Ha iniciado, en la Corte Penal Internacional, un proceso en contra del Estado de Israel que puede manchar para siempre la reputación de este fuero que busca, copiando el modelo de los Juicios de Núremberg, crear una instancia por encima de las naciones que sirva como freno a la locura criminal perpetrada tanto por estados como por individuos en la escala de acciones que busquen, por medio de la violencia, terminar con un grupo o grupos de personas.
Para comprender la presentación que hace Sudáfrica ante la CPI, hay que recordar los hechos acontecidos cuando el régimen blanco del apartheid gobernaba dicha nación africana. Fue durante los años del embargo a Sudáfrica que el régimen logró y mantuvo una alianza de facto con Israel. Esta relación, hoy extinta y casi oculta en la cobertura de los medios en la actualidad, explica —y mucho— qué es lo que impulsa estas acciones.
En un trabajo publicado en 2010, firmada por Hanna Rubenstein para IPS noticias se revelaba que, en el libro de Sasha Plakow-Suranksy, «The Unspoken Alliance: Israel’s Secret Relationship with Apartheid South Africa» —«La alianza tácita: la relación secreta de Israel con el Apartheid de Sudáfrica»— se analizan las supuestas pruebas de primera mano de que Shimon Peres le ofreció ojivas nucleares al ministro de Defensa P. W. Botha en 1975. La afirmación surge de una investigación realizada por Plakow-Suranksy, el editor de Foreign Affairs, quien rastreó más de 7.000 páginas de documentos del gobierno sudafricano que desclasificados a pedido suyo gracias a la una ley de acceso a la información de ese país. Sin embargo, Shimon Pérez niega el encuentro, señala Peres, porque «no hay ningún documento israelí ni la firma de un funcionario en un documento sobre esa reunión», por lo que se concluye que el autor basó sus conclusiones sobre «la interpretación parcial de documentos de Sudáfrica y no en hechos concretos», por lo que «no hay datos reales para afirmar eso».
¿Pero cómo es que hoy Sudáfrica llega a la CPI con los argumentos que emplea para su acusación de «genocidio potencial»? Todo se inicia con una expresión del ex presidente Jimmy Carter, quien pontificó en su libro «Paz en Palestina, no apartheid» de 2006, comparando a los dos países. Sus dichos fueron muy criticados por cierto, pero les dio a los enemigos de la existencia del Estado de Israel un punto de exposición para, con un término, construir una realidad discursiva.
Claro está que todo esto es usado por el fenomenal aparato de propaganda de Hamas financiado por Irán y asistido por el gobierno de Qatar. Lo que hay, es una guerra. Una guerra que inició Hamas con el pogromo del 7 de octubre de 2023 y que desató los perros de la guerra. Tal como señaló en sus argumentos representante legal israelí Tal Becker ante la CPI: «el solicitante busca frustrar el derecho inherente de Israel a defenderse y dejar a Israel indefenso». La misma postura fue también expuesta por el abogado de la defensa, Malcolm Shaw. Los argumentos de la defensa fueron calificados de aplicados y sensatos por observadores en la Corte, quienes están habituados a seguir estas instancias legales imbricadas de profundas lecturas políticas.