La expresión crisis tiene un significado poco difundido, que es el que la define como “oportunidad”. Hay crisis, y se ve en todo el planeta. El sistema cruje por los cuatro costados, ya sin la contención que significaba la división este/ oeste que marcó treinta años de la vida del planeta en el paisaje de la posguerra mundial. Caído el Muro de Berlín, lo que parecía era una marcha irrefrenable hacia el capitalismo como fuente de todos los dones, está en un escenario de tensión que enfrenta a las masas con la dirigencia en los más diversos sitios y culturas.
La novedad está dada, sin dudas, por el acceso a la tecnología y la ultra conectividad que experimentan hoy las clases medias, esos burgueses tan vilipendiados que claman por un mejor reparto de los costos y el esfuerzo económico de hacer funcionar la sociedad, cualquiera sea.
En estas semanas, al compás de la fascinación por la presencia de Jorge Bergoglio, el papa Francisco I, un damero de cuestiones a nivel global unidas por un mismo hilo conductor, se dieron en Chile, Perú y España.
En Chile, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), respaldada por estudiantes y organizaciones sociales, llamó a un paro, el primero desde 2011, para pedir un sueldo mínimo de 500 dólares frente a los 386 actuales, el fin del sistema privado de pensiones y una reforma tributaria, entre otras demandas. En Santiago se celebraron dos marchas que confluyeron en un mismo punto, y en las que participaron funcionarios públicos y de las empresas estatales Correos y Codelco, así como trabajadores de algunas cadenas de supermercados y comercios, bancos y centros de llamadas, entre otros.
Más al norte, en Perú, las marchas de trabajadores estatales y universitarios convirtieron en un campo de batalla al centro de Lima, donde se registraron violentos enfrentamientos. Dos policías, un estudiante y un caballo resultaron heridos. Las protestas eran en contra de la Ley de Servicio Civil y el proyecto de la Ley Universitaria, que consideran deja sin autonomía a las universidades.
Integrantes de la Confederación de Trabajadores del Perú (CTP) -de filiación aprista-y docentes de varias provincias, con pancartas y gritando arengas, se concentraron en la Plaza Dos de Mayo, de donde se dirigieron a la avenida Abancay. La policía los contuvo hasta que llegaron centenares de jóvenes de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP). Estos quemaron cajas con la figura de Ollanta Humala, burlaron el control policial y entraron por Cusco y Ayacucho con el objetivo de llegar al Congreso. Nada fácil de entender en un país que a diario es citado como ejemplo por los medios por su manejo liberal de la economía.
Y claro está que los sucesos de España se llevan hoy una palma. Bajo el lema Nulidad es impunidad, los querellantes del colectivo social que busca la condena del ex tesorero del PP Raúl Bárcenas, critican que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, eligiera el 1 de agosto, en pleno inicio de la operación vacaciones de los españoles, para comparecer ante el Congreso. “Ha escogido un día y una hora, el 1 de agosto a las 9 de la mañana, muy propicios para no llamar la atención. Pero su comparecencia no pasará desapercibida”, avisan.
Los querellantes recuerdan a Rajoy que las sospechas de corrupción que sobrevuelan su partido son muchas, y por eso creen que tampoco podrá ocultar los presuntos delitos electorales y de financiación ilegal, los supuestos casos de prevaricación, cohecho y adjudicaciones ilícitas que han salido a la luz. Según ellos, el objetivo del PP es conseguir la nulidad del caso Bárcenas con “intentos de maniobras en instancias judiciales que podrían viciar de nulidad el procedimiento judicial”. Hay fastidio, y un clamor unánime: que se termine la corrupción. Hay crisis, es obvio que es una oportunidad.