Un desafío imposible de ignorar

17ANIV-JLJ-CUERPO
17ANIV-JLJ-CUERPO
17ANIV-JLJ-CUERPO

El ébola ya cruzó los océanos, y llegó a España, Estados Unidos y Brasil. En nuestro país, tal como en el resto del mundo, hay temor por lo que pueda ocurrir, y anuncios como el del ministro de Salud bonaerense, Alejandro Collia, de la idea de declarar al Hospital Interzonal General de Agudos como centro de referencia para posibles casos, no ayudan a generar tranquilidad.

El caso de la enfermera española infectada en un hospital de Madrid por fallas en la manipulación de un enfermo de ébola debería ser suficiente alerta en nuestro país respecto de la seriedad que reclama el tema. El titular del CICOP, Alejandro Loretti, estableció una realidad más que preocupante en materia de prevención nacional: “No tenemos barbijo para ponernos cuando atendemos a la gente, lo que han planteado es ridículo y traído de los pelos”. Luego abundó: “uno no sabe si reírse cuando escucha estas cosas o llorar, por el cinismo con el cual nos tratan. La gente de neumonología que trata pacientes tuberculosos no tiene el ambiente adecuado para la atención, imaginate con el ébola… nos morimos todos, y los médicos vamos a ser los primeros”.
La epidemia de ébola, que ya contabiliza más de 4 mil muertes en África Occidental, es un problema de magnitud tal que llevó al presidente Barak Obama a señalar que “hoy implica el mismo desafío que el sida en la década del 80 y 90”. Cualquiera diría que la pandemia del sida ya no es un problema, pero no es así: su prevalencia es de 0.8% en la población mundial, y el número global de gente con VIH continúa creciendo debido al aumento de la población y a la reducción de la mortalidad de las personas que viven con el virus. Durante 2008, se registraron 2.7 millones de personas que contrajeron el VIH, de las cuales 300.000 son menores de edad. En ese año murieron 2 millones de personas a causa del virus, incluidos 280.000 niñas y niños. Se calcula que cada día mueren 5.000 personas por esta causa, se enferman 7.400 y sólo 300 personas consiguen terapia antirretroviral. La pandemia está contenida en Occidente y Asia, pero sigue siendo demoledor el nivel de muertes por en África. Y ahora llegó el ébola.
Poco se sabe y menos se informa. El ébola es un virus que habita en murciélagos, a los cuales no les afecta porque en millones de años de evolución, han conseguido cohabitar sin impactarse: el virus es el primer interesado en no matar al hospedador, porque si lo hace, muere también. Pero el análisis, el estudio y la respuesta ante una enfermedad como ésta es muy distinta de otras epidemias.
La segunda cuestión en entredicho es cultural, y la describe la médica argentina Estela Cecilia Khon, con 16 años de trabajo en África para la organización Médicos sin Fronteras. Khon sostiene que la cultura africana es un riesgo para la propagación de la enfermedad: “La gran familia africana está integrada por 30 o 40 personas, a veces parientes lejanos; cuando alguien muere, acostumbran a tocarlo, a permanecer junto a él y hacer un gran entierro multitudinario. Eso propaga el virus”. Naturaleza, usos y costumbres que no se modifican en el tiempo; contrastes, indiferencia e ignorancia para el abordaje de lo desconocido, elementos de un cóctel con identidad propia y sin fronteras.