La comunicación política es un capitulo en sí misma, a tal grado que ha sido esencial en el modo de construir concesos y victorias electorales. En 1983, semanas antes de las elecciones en las que Raúl Ricardo Alfonsín se impuso a Ítalo Luder —rompiendo la idea misma de que en elecciones libres nadie le ganaba al peronismo—, el consultor Julio Aurelio, retornado del exilio en España, le anunció al comité nacional de la UCR que ganarían la elección presidencial.
El estupor de los allí reunidos fue mayúsculo. Conrado Storani se permitió una jocundia: señaló que ellos mismos, dirigentes de toda una vida con conocimiento territorial, entendían que dicha victoria era imposible, y le agradecieron sus palabras de aliento. Los asistentes a esa reunión supusieron entonces que el consultor era sólo un actor operativo en una maniobra de distracción.
Raúl Alfonsín gano la presidencia y Julio Aurelio devino en el gurú por definición para una generación de la política argentina, llevando las encuestas al punto más alto en la consideración de los candidatos y militantes, aún hasta el presente. Lo cierto es que la metodología empleada en los tempranos ochenta hoy es vetusta. El modelo de cuatrocientas o seiscientas llamadas a teléfonos fijos por medio de un encuestador o usando tecnología IVR es obsoleto y no da respuestas adecuadas.
Dos temas trajeron la cuestión al centro de la escena: el video de Presidencia de la Nación que muestra a Mauricio Macri reunido con una familia explicando las medidas, caracterizado por Clarín, La Nación e Infobae como “insólito”, y la encuesta de Insonomia que da a la ex presidenta Cristina Fernández ganando las presidenciales de 2019 por quince puntos en segunda vuelta.
Da curiosidad cómo editores, cronistas y columnistas ignoran que en la cuenta Casa Rosada se comunica a diario la actividad presidencial en imágenes tomadas con un celular, tanto la actividad protocolar como actividades de contacto con ciudadanos de a pie que en sus negocios y hogares reciben al mandatario y comparten con él una experiencia directa nada habitual.
La encuesta de Insonomia responde al patrón de registro por medio de telefonía fija que no da hoy parámetro alguno de en qué y cómo piensa la ciudadanía. Las redes sociales como Facebook, Twitter, Google, y YouTube reemplazaron el lugar de la charla entre amigos. El cotilleo pasó a otra dimensión.
Eso no hace ceder los riesgos que implica la conducta humana en uso de estos ingenios contemporáneos. Hay una micro militancia activa de gente que no soporta la militancia tradicional y que no quiere ir a un lugar de encuentro con jerarquías establecidas, pero que sí quiere ser partícipe. Lo insólito es cómo atrasan los medios tradicionales ante una oleada de cambio que se los va a llevar puestos si no mutan tiempo. Y el reloj está corriendo.