No es solo rugby: es una demostración de resilencia. De un sueño que, la más de las veces, fue pesadilla. En el momento menos esperado, llega el triunfo de Los Pumas ante los All Blacks, dando un mensaje extraordinario de que sí se puede.
“Sí se puede” fue el slogan de campaña que iluminó la esperanza de los que, acorralados ante el impactante resultado de las PASO en 2019, entendieron que no se podían rendir, y que la batalla por la república era posible y necesaria. Hay paralelo, y no es forzado.
Pocos se atreven a competir con todo en contra. Somos la única nación no anglófona que se ha ganado el respeto de toda la comunidad global del deporte. Perdieron en veintiocho oportunidades, y en el encuentro número veintinueve, con todo en contra y pandemia mediante, ganaron extraordinariamente bien. Se trata del único equipo que sólo está integrado por nacionales.
Esta resilencia es un ejemplo cuando el “este país no da para más”, el “vendo todo y me voy, a donde sea, a lo que sea” en la falsa ilusión de que, al final del arco iris, hay un lugar en donde todo es perfecto. 2021 es un año clave para resolver el presente argentino y dar espacio al ejemplo de Los Pumas: nunca darse vencido, ni aún vencido.
Las semanas por venir son especialmente preocupantes. El gobierno se halla a la deriva atravesado por su propia interna, motivada por ambiciones espurias como las que develó Carlos Pagni en la Nación. El valor del peso es un artilugio emocional que está sin ancla y sin destino. Es un momento clave en el que las generaciones que todo lo atravesaron dan el ejemplo de cómo luchar. No se puede perder el norte. Construir la república es posible aún ante cada derrota diaria que propina una realidad cruel, aumentada por la pandemia.
Detrás de las palabras, detrás de los títulos que hablan de la preocupación por los desposeídos, los jubilados, la ciencia, y los mandatos populares, lo concreto es que se pacta con los factores de poder como quizá nunca en la historia. A diferencia de las décadas del setenta y los ochenta, el poder económico no está en los países como fue el caso de los ya famosos préstamos del Club de Paris. Hoy, el poder financiero internacional está en los grandes grupos financieros globales que manejan cifras imposibles de abordar para el ciudadano de a pie.
Específicamente, preocupan dos grupos: Black Rock y Pimco. Según el suplemento Cash de Pagina 12, Black Rock gestiona activos por más de 6 billones de dólares. Es el mayor administrador de fondos del capitalismo occidental, de grandes empresas, familias ricas, aseguradoras, y fondos de pensión. Es copropietario de 17 mil empresas. Tiene de 1600 a 2000 millones de dólares de deuda argentina. A ese grupo, el gobierno le permitió convertir fondos en pesos a dólares con una renta anual del dieciocho por ciento. El dinero del estado no va a los jubilados, ni a la ciencia, ni a las PYMES. Interrogante; ¿si esta no es la patria financiera, la patria financiera, dónde está?