La intrusión de dos grupos rusos que combaten bajo el mando ucraniano en la región de Belgorod es, en esencia, un ensayo táctico con objetivos propagandísticos altamente logrados.
La acción —breve, pero contundente— expuso la falta de capacidad del ejército ruso para proteger sus propias fronteras, e implica un mensaje muy para diversos actores, entre ellos, el líder chino Xi Jinping: el aliado ruso es débil y no tiene capacidad de inteligencia militar suficiente como para poder enfrentar a un enemigo que, aún siendo más débil en los papeles, ejercita la acción bélica con determinación, e imaginación.
Denis «Nikitin» Kapustin, el líder de los partisanos rusos anti Putin, reveló que actúan por su cuenta, pero que reciben asistencia del alto mando ucraniano. El líder de este grupo anti-Kremlin se ganó su fama en los ambientes del hooliganismo y de la ultraderecha rusa. Se instaló en Ucrania antes de la guerra, en donde organizaba combates de artes marciales mixtas y tenía una marca de ropa. También es conocido por el nombre de guerra de «White Rex».
En una conferencia de prensa ante medios internacionales, desarrollada a cincuenta kilómetros de la frontera rusa, en la región de Belgorod, Kapustin dijo: «La operación está en curso. Comporta varias fases». Este tipo de acción, sostuvo, obliga al ejército ruso a desplegar un «gran número» de efectivos, debilitando así otras partes de la frontera y de la línea de frente.
No fue el único actor que se manifestó y disfruto de las luces mediáticas. «César», el portavoz de la Legión Libertad de Rusia —otro grupo que reivindicó la incursión— calificó la operación como una acción «asombrosa» y posó frente a un blindado que, según dijo, es un «trofeo» arrebatado a las tropas rusas.
«Ellos [los rusos que defendían Belgorod] eran demasiado estúpidos y demasiado lentos. Unas cinco horas, unas cinco horas [para reaccionar]. Sólo intentan entender lo que ha pasado. Se trataba de una compañía mecanizada para forzar el contraataque. Ayer, destruimos esa compañía mecanizada. Les causamos muchas bajas». Está claro que fue un movimiento táctico de reconocimiento, que ha dejado mucha información.
La que ya está expuesta ante el mundo, dice que: el ejército ruso no posee fuerzas de peso en la región, que el mando es lento, y que la tropa en general está compuesta por reclutas sin entrenamiento ni valor para el combate. El gran esfuerzo de propaganda de estas décadas del zarato ruso hace agua a diario y esa nota está siendo analizada en todas las capitales de occidente y oriente por igual.
A este respecto, Ben Hodges —ex comandante de la OTAN— señaló a medios europeos que los lideres deben cambiar su discurso y señalar que creen y harán todo lo necesario para que Ucrania derrote a Putin. En su análisis sostiene que, si Ucrania no recupera Crimea, en muy poco tiempo el zarato ruso intentará nuevamente ocupar y hacer desaparecer del mapa a esta nación eslava.