Una pandemia plagada de interrogantes

La peste es un compañero odioso de la especie humana. Los primeros registros datan de la era de oro de las ciudades estado griegas. La ultima pandemia global fue la conocida como “gripe española”, que impactó globalmente tras la primera guerra mundial y mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Se desconoce la cifra exacta de la enfermedad que es considerada la más devastadora de la historia. Aún se leen publicaciones que afirman que el origen de la misma es desconocido.

No es tan así. Un estudio dirigido por el doctor Michael Worobey, de la Universidad de Arizona (UA), en Tucson, Estados Unidos, ofrece las respuestas más concluyentes hasta el momento a dos de los misterios biomédicos más importantes del mundo en el siglo pasado: el origen del virus de la gripe pandémica de 1918, conocida como la “gripe española”, y su inusual gravedad, ya que causó la muerte de aproximadamente 40 millones de personas. El artículo sobre este hallazgo que se publica  en la edición temprana de “Proceedings of the National Academy of Sciences” (PNAS) arroja luz sobre la devastadora pandemia de 1918 y sugiere que los tipos de virus de la gripe a los que las personas fueron expuestas durante la infancia pueden predecir cómo de susceptibles son a futuras cepas, lo que podría dar lugar a estrategias de vacunación, prevención y preparación.

El estudio no encontró ninguna evidencia de cualquiera de las hipótesis vigentes para el origen del virus de 1918: que saltó directamente de las aves, o que implicó el intercambio de genes entre cepas humanas y de la gripe porcina existente. En su lugar, dedujeron que el virus de la pandemia surgió poco antes de 1918 por la adquisición de material genético de un virus de la gripe aviar por el virus H1 que ya estaba circulando entre los humanos, uno que probablemente había entrado en la población humana entre 10 y 15 años antes.

Estos trabajos parecen no ser tomados en cuenta hoy ante la situación que involucra al planeta entero. Se copian recetas de nación en nación —en particular el encierro y la limitación de actividades— implosionando la economía global. Todo se ha basado en fuertes imágenes vistas en otros lugares, y que se asumieron sin mayor análisis.

Un caso es el de la ciudad de Wuhan, donde todo comenzó. Las primeras imágenes mostraron calles vacías, control policial, y enclaustramiento masivo estricto. Los registros del mercado popular de Wuhan, con su oferta de murciélagos, perros, y gatos rostizados para consumo humano, repugnaron la conciencia de los países occidentales y fueron de un impacto enorme. Otra fotografía que instaló el miedo fue la de los camiones del ejército italiano trasportando féretros, dando la idea de que el nivel de decesos era de tal volumen que se tornaba inmanejable. El aserto que dice una imagen vale por mil palabras se cumplió en fotografías que se multiplicaron a lo largo de todo el mundo, llegando a millones. En una sociedad de imágenes, la expansión del terror sin explicación y con consignas repetidas hasta el hartazgo está provocando una situación a escala planetaria nunca vista.