El discurso oficial ha sostenido hasta el hartazgo comunicacional que transitamos una década ganada. Sin embargo, los datos de la realidad están demoliendo el relato, y poniendo en números lo que el ciudadano de a pie advierte sencillamente, con sólo prestar atención. La pobreza es aberrante en nuestra nación.
El informe de pobreza e indigencia en ámbitos urbanos elaborado por la Universidad Católica Argentina no deja espacio para otra discusión que cómo hacer para resolver tremenda inequidad. El informe señala que entre 2010, 2011 y 2012 habría tenido lugar una caída tanto en el porcentaje de hogares como de personas en situación de indigencia.
Si adoptamos como criterio alternativo el método de valorización de la CBA (Canasta Básica Alimentaria) más conservador que surge de fuentes no oficiales (Canasta Mínima), se observa una primera caída y un posterior estancamiento a lo largo del período 2010-2013 de la tasa de indigencia a nivel de los hogares de 4,3%, 3,4%, 2,8% y 3%, respectivamente. A la vez que si se asume la CBA de fuentes no oficiales (Canasta Máxima), la tendencia es la misma y los valores finales tienden a converger: 4,7% a 3,8%, 3,2% y 3,2%, respectivamente.
Millones han pasado por las manos del Estado, pero el derrame no llega a los pobres y pauperizados: alimentan un territorio en el que domina algo que llaman “hacer política”, llena los bolsillos de unos pocos, y mantiene el statu quo. La otra expresión de este demérito mayúsculo es la actitud del Gobierno de no reconocer la inflación como una cuestión central del manejo y desarrollo económico.
En este sentido, el último informe de ISEPCI señala que según el Índice Barrial de Precios, la variación de precios en el primer cuatrimestre del año fue de 3,93%, mientras que el INDEC establece para el mismo período un aumento de tan sólo 0,95%. De esta manera, se mantiene la tendencia al alza de precios, que ya durante el año pasado alcanzaron una variación anual superior al 30%.
Siguiendo los datos relevados en abril por el IBP en el Conurbano Bonaerense, una familia tipo, compuesta por 4 personas, necesita $ 4.017,72 para salir de la pobreza.
La Canasta Básica Alimentaria por su parte, que establece lo mínimo que necesita una familia para alimentarse durante todo el mes, se encuentra en $ 1.762,16, casi un 150% más que la publicada por el INDEC.
Isaac Rudnik, director del ISEPCI, sostuvo que “el fracaso del acuerdo de precios se vio claramente manifestado en una importante reducción de los niveles de consumo que se vieron mermados ante la suba sostenida de precios, en consonancia con el proceso inflacionario que se sostiene en nuestro país, y venimos verificando con el Índice Barrial de Precios de dos años a esta parte”. Y agregó que el aumento sostenido de los valores de la Canasta Básica Alimentaria afecta principalmente a los sectores de más bajos recursos, que son los que destinan la mayor parte de sus ingresos a la compra de alimentos.
En este escenario, hablar de década ganada es sumar irritación en una sociedad a la cual problemáticas feroces como la inseguridad le roban a diario la vida. En un contexto ya definidamente electoral, hace falta una dirigencia que inicie la explicitación de cómo salir de este paradigma perverso que habla de una cosa y hace otra. En la Argentina plata hay, pero se la roban.