Conflictos innecesarios I. La catarata de comentarios, dimes y diretes que se dieron esta semana con el desplazamiento de Oscar Rossi de la Jefatura de Compras municipal va de lo grotesco a lo ridículo. Hay de todo, como en botica, y cada bando busca llevar agua limpia para su molino, y turbias para el ajeno. Rossi no da para ser elevado a la categoría de héroe cívico, como se pretende, por ser radical, integrar estructuras partidarias y poner obstáculos formales en compras o licitaciones. La movida, discutida y discutible por cierto, responde a criterios a veces incomprensibles para el vecino de a pie. Su militancia partidaria, a la que tiene todo derecho, está en el centro de la situación. El sacudón se debe en gran parte al alineamiento con la actual conducción local de la UCR, que ha dejado fuera del juego partidario a quienes reclaman haber obtenido la minoría en la pasada interna radical. No es un secreto que el enfrentamiento que se da entre los conducidos por Vilma Baragiola y Nicolás Maiorano frente a la coalición que llevó a Mario Rodríguez a la presidencia del comité local, ocupa un lugar destacado en este enredo. Oscar Rossi -esto se ve básicamente en las redes sociales- es ante todo hombre de partido; esa condición hace que cada acción suya referida a procesos de compra sea mirada internamente con doble prisma, la de funcionario de ley y la de militante.
Conflictos innecesarios II. En esa doble condición, funcionario de ley y militante político enredado en la interminable interna partidaria, los planetas chocaron. No es cierto, como afirmó Pulti, que jamás había querido remover un funcionario de ley: sí quiso hacerlo con Rossi, y sus asesores letrados lo convencieron de que era un error (curioso es que haya escuchado). Arroyo, cuyo asesoramiento en la materia no parece ser el más confiable, dio un paso al vacío, acuciado por el ruido que la interna de la UCR hace en su gabinete. Una de las cuestiones que más ruido hace en cualquier gestión es el emprolijamiento de los trámites: algo que ningún funcionario de ley quiere es tener cargos del Tribunal de Cuentas de la provincia. Ya saben que si alguien paga los cargos del tribunal de cuentas son ellos, los de carrera, y que el pago de los mismos los va a perseguir aun jubilados. No es tanto la probidad lo que está en juego: es la cobardía natural a que les coman el bolsillo con decisiones de los políticos.
Conflictos innecesarios III. En tanto Rossi se lanza a los brazos de la dama de los ojos vendados y la balanza en busca de un resultado cantado -sobra jurisprudencia a su favor-, otros actores propician reuniones y reclaman el centro del escenario. Una reunión de conmilitones juntó a integrantes del Morera con ex jefes políticos de la ciudad y diputados al alcance de la lapicera que definirá las listas seccionales y nacionales. Alrededor del fuego de la interna coincidieron el exintendente Daniel Víctor Katz Jora, el diputado provincial Maxi Abad y el concejal Eduardo Abud, acompañado del aspirante Sebastián Puglisi, quien recibió de manera directa la notificación de que no estará a bordo con vistas a la conformación de la lista de Cambiemos. Lo cual, de por sí, pone en entredicho todo un sistema de sobrevivencia basado en el empleo público. Llamó la atención de los presentes la virulencia del exintendente Katz contra Arroyo y Baragiola. Las malísimas lenguas sostienen que su verba inflamada en contra de su ex funcionaria y del intendente de la ciudad es fruto de la renovación de pactos con el anciano aldeano de Lugo, y dan como prueba la media página dedicada al hermano Carlitos, donde se destaca su trabajo como funcionario en Balcarce. Al mejor estilo publinota.