Cambios y enojos I. Fue una jugada política que no quedará en libro de historia alguno. Carlos Fernando Arroyo estaba citado al bunker de Cambiemos a las 21.30 del día del comicio para celebrar el triunfo de Cambiemos. Una maniobra interna dejó mal parado a Walter Alló (Wally), que vociferaba “¡traición, no tiene códigos, así no se hace!”. Es que, travieso y atrevido, Guillermo Arroyo llevó a su padre dos horas antes, y colaron poniendo la imagen del intendente en primer lugar el día en que el hombre de Baragiola quería el centro del escenario para Vilma y nada más que Vilma. Un llamado de Alló padre lo trajo de vuelta a la realidad -su padre es hoy, por muchas razones, centro de su vida-. Entre lo contingente y lo importante, el llamado paterno trajo una calma que la presión en el lugar no parecía capaz de lograr.
Cambios y enojos II. Lejos de esta discusión menor, el jefe de campaña de Cambiemos para la Quinta Sección Electoral, Maxi Abad, celebraba los resultados locales y los de la sección, que literalmente barrieron a los opositores en el marco provincial, para dar suma a la mayoría propia del partido oficialista en la Cámara Alta y una cuasi mayoría propia en la Cámara Baja. En otros campamentos no había nada para festejar. Los seguidores de Cristina Fernández en Mar del Plata se lamían las heridas: no pueden digerir que la ciudad apoye las opciones políticas que surgen victoriosas, e imaginan un futuro mejor con base en un desgaste progresivo que sólo existe hoy en sus mentes. La derrota seccional para la agrupación que lideraban Massa y Stolbizer llevó a la expulsión de Juan Curuchet y Gabriel Pampín: se adujo que no habían trabajado la campaña y de algún modo se los responsabilizó por la derrota.
Cambios y enojos III. Los números del 22 de octubre cambian la dinámica de la Legislatura bonaerense. El precio de la nueva composición es la pérdida de influencia política y económica de Sergio Massa. De hecho, si bien no cogobernó, el tigrense sí obtuvo una parte sustanciosa de los beneficios de manejar las cajas del Estado con nombramientos en altos cargos y partidas para publicidad que generosamente distribuyó en los medios que suelen citarse como hegemónicos. La derrota en el territorio, sumada a la sufrida de Tigre -en donde su lista quedó tercera-, lo coloca en una cuesta muy inclinada hacia abajo, que será difícil de remontar.
Cambios y enojos IV. Los cambios están en marcha. No sólo se trata de la prisión de Julio De Vido, o del inminente procesamiento de la expresidente Cristina Elizabet Fernández. El juicio político al suspendido juez Eduardo Freiler es el inicio de una saga que tiene en la lista de espera al camarista federal Jorge Ferro, de Mar del Plata. Según señaló a la 99.9 el diputado Pablo Tonelli, el principio del fin para Ferro podría darse antes de fin de año. En esa lid de los cambios, el que busca un salvavidas es el fiscal de cámaras Daniel Adler. “Quesito” -o mister Burns- se llegó hasta el acto de aniversario de la Policía Federal, donde fue visiblemente destratado por el juez federal Alfredo López, quien no aceptó su mano tendida, blandita y sudorosa. López está más que molesto por la sevicia del jefe de Justicia Legítima y expresidente del jury a el fiscal Campagnoli, y se lo hace saber en cuanto tiene la más mínima ocasión.