Malas lenguas 1050

 

Conejos negros en jaqueI. La historia revelada en conferencia de prensa del Ejecutivo municipal el viernes por la noche expone a la dirigencia municipal en su auténtica codicia. Lejos de interesarse por el bien común, los dirigentes han utilizado el municipio como una caja personal en su propio beneficio, el de los suyos, sus queridas y parientes en grado diverso. Detrás de los anuncios del gobierno en la palabra del intendente Carlos Arroyo, el procurador municipal Gustavo Gil de Muro y el secretario de Hacienda Hernán Mourelle, hay una intensa historia que precedió a los anuncios.

Conejos negros en jaque II. La movida se inició antes de la llegada de Mourelle a la comuna; más precisamente al comienzo de la gestión de Carlos Fernando Arroyo, cuando el secretario de Gobierno Alejandro Vicente detectó que no estaban presentados a licencia gremial los integrantes del sindicato. Alertado que fue el intendente, las planillas presentadas por las áreas con el salario de los dirigentes no fueron firmadas ni por Vicente, ni por Arroyo. Hay un gran intríngulis interno: si el Intendente y el secretario de Gobierno no firmaban las planillas, entonces ¿quién firmó y giró la documentación para que, de igual modo y sin prestar servicio, la División Conejo Negro pudiera cobrar sus haberes?

Conejos negros en jaque III. La tensión era previa, ya que los dirigidos por Gilardi y Zacarías habían provocado un paro caprichoso el lunes. ¿Motivo? Que al quinto día hábil no estaban depositados los sueldos de planta municipal –no es concebible que se les pague el sexto día hábil del mes-. Es que el lunes 6 fue el día del bancario, y en consecuencia no hubo actividad bancaria, un detalle nada menor. Los salarios no estuvieron acreditados el día 7 porque en esto la administración aun vive en el siglo XX: los funcionarios de entes descentralizados se llevan el cheque a cada sucursal del BAPRO para que allí, en cada casa -Champagnat, Puerto, Batán, etc.- se apliquen los fondos para hacer efectivos los salarios. Que todo eso no se haga por vía de transferencias electrónicas es insólito y absolutamente ineficiente, eso está claro.

Ya nada será igual. Las definiciones dadas en la noche del viernes dejan en claro que ya nada será igual para la dirigencia municipal, que, como bien reconoció públicamente Antonio Gilardi, perpetraba este abuso desde la década del ochenta, a vista y paciencia de las distintas administraciones sin que a nadie se le ocurriera lo obvio: hacer cumplir la ley.