De movidas y ansiedades. Es obvio que la movida realizada en el hotel Nuevo Ostende vaa dar para largas. La convocatoria se hizo con el objetivo de aislar al intendente en el de por sí complejo tablero de Cambiemos a nivel local y con la consigna que hay que enfrentar a los radicales sumando a la gente de Arroyo con la de Guillermo Montenegro. Un dato raro de por sí, porque no hay “gente de Montenegro”. El diputado nacional —que nunca se hizo presente en el despacho mayor de la intendencia a dar sus respetos— no hace pie en la ciudad y en las columnas que abrevan en los datos que brindan o Mariano Mohadeb o Fabián Perechodnik, ya lo dan por fuera de juego en relación a esta elección. El intento de Giri y Blanco de dotar a Montenegro de una estructura propia naufragó el mismo día de la reunión.
De movidas y ansiedades II. La movida pública estuvo precedida de otra anterior, más recoleta, en casa de unos de los secretarios, que reunió a prácticamente todo el gabinete —a excepción de Alejandro Vicente y Gustavo Gil de Muro— para hacer una critica de la gestión, hablar en el mismo tono que el multi ladrey, y cuestionar a personas que imaginan calenturientamente influyentes en las decisiones del intendente. Uno de los argumentos del secretario anfitrión era que él necesitaba desde hacia once días ser recibido para resolver cuestiones de gestión y no obtenía respuesta, en tanto otros —a los que califico de “pseudos” en sus actividades— ingresaban a diario al despacho del intendente. Casi una escenita de celos menor, justificada excusativamente (sic) en que el secretario anfitrión estaba algo pasado de copas. Es un dato de la ciencia médica psiquiátrica que el alcohol libera los frenos inhibitorios, ergo, el mamadito fulano dijo lo que piensa, acertado o no.
De héroes , homenajes y egos mal. La conmemoración del 2 de abril —fecha en que las tropas argentinas recuperaron por un breve momento la islas Malvinas— fue, en vez de conmemoración, un nuevo espectáculo de diferencias irreconciliables. Si bien la media recogió las palabras del presidente del centro de ex combatientes asumiendo un enojo inexistente por parte del intendente, la realidad es que los cambios propuestos por la organización llevó a que los jefes de las tres fuerzas decidieran no participar del acto y eligieran en cambio realizar una parada en la base naval. Ante esa situación, dada que es diferencia de modos, formas y gestos entre los jefes militares y la organización de ex combatientes, el intendente tomo la lógica decisión de estar en el acto en la base, como indica su rango institucional. La mentira de un enojo publicada por el multi ladrey y repetida por medios digitales habla más que cien palabras del remedido tema de la cadena de corte y pegue que genera un clima alejado de la realidad.
Ascensos y muertos. La noticia de un tiroteo que llevó a la muerte de un comisario de la bonaerense enfrentado con policías federales trae estupor por cierto, aún más cuando se comprueba que el jefe de drogas de Avellaneda, Hernán David Martin, había sido ascendido a inicios del presente año. El hecho —de una brutal criminalidad— debería llevar a que urgentemente se revisen los procedimientos internos que no han sabido captar que, como dijera la ministro Patricia Bullrich, los cuatro funcionarios no fueran policías sino “cuatro delincuentes de la bonaerense”. Sí, de acuerdo que eran delincuentes, pero a nadie le había llamado la atención ni su patrimonio ni su estilo de vida. Incómoda situación.