De cargos y actitudes I. María Elisa Ferrara —“Eli” para los amigos y compañeros de ruta— decidió jugar al “mystery shopper” al momento del reinicio de actividades del sector comercial. Fue luego de que comerciantes y empleados de comercio de las calles de San Juan y Güemes alborotaran la ciudad con el percherazo, pidiendo trabajar. El municipio finalmente cedió y aprobó un extraño protocolo que permitía vender sólo cuando el cliente estuviera en la vereda, y no se usara el probador. Más raro que pelar una gallina corriendo por el corral. La blonda Eli, se apersonó en un local de la zona y, amablemente, le solicito a la boutiquera (sic) una campera de jean muy monona, con detalles de figuras bordadas, y le pidió si la dejaba probársela. Imaginen el momento: tras días cerrados, sin un peso, y con el ATP que vaya a saber si Fernanda Montoto Raverta te lo aprobaba. El bolsillo débil llevó a violar la estrafalaria norma. Es así que la sub secretaria de Inspección General violó las normas que con tanto esfuerzo los comerciantes acordaron con la municipalidad y, luego de adquirir la prenda, partió bolsa en mano, feliz de volver a consumir. Tranquilos: esta historia, no termina aquí.
De cargos y actitudes II. A poco de partir re feliz con su campera re cool del local de marras doña María Elisa Ferrara, ingresó al local un inspector municipal. ¿Qué adujo el inquieto y servicial funcionario? En sencillo, que había recibido una denuncia por parte de la subsecretaria Ferrara al respecto de que allí se había violado la disposición de no ingreso al local y, peor aún, se había permitido utilizar el probador. Insólito, digno de Ripley, y burdo. Al ejercer su defensa la firma —que contaba con video y ticket de compra—, el municipio optó por deshacer el acta y dar por finiquitado el asunto. Más ridículo que la reunión de Lilita, el pelado y la viuda electoral de Morón.
De quién es quién. La toma del campo de la familia Etchevere deja lecciones muy claras. Hay un grupo odiador que forma parte de las filas del gobierno. Están avalados políticamente. No son sólo las palabras del presidente, hallando algo valioso en el proceder e ideas de Grabois —el que hace “quilombo por plata”—, sino una estructura muy amplia pagada con plata de los contribuyentes. Tal como revela “El Disenso Web”, en la toma del campo participaron “Federico Orchani es muy conocido en el medio por haber sido durante varios años, la pareja de Martina Pesce, la hija piquetera del presidente del BCRA, Miguel Angel Pesce. Ambos, Federico y Martina, son militantes del FPDS (Frente Popular Darío Santillán), una organización que canaliza millonarios subsidios estatales a las arcas de sus cooperativas, y que recientemente facilitó la logística de la usurpación de la estancia Casa Nueva”. En la publicación se sostiene que, según Anses, Martina trabaja en relación de dependencia para el Ministerio de Salud, una situación que no le impide continuar su activa militancia en organizaciones parasitarias del Estado.
La Campora y las mujeres. Una vez más, hechos de coerción sexual protagonizados por activos de La Campora salen a la luz, y son callados por las sororas, para no “perjudicar a la organización”. Así se desprende de una carta pública firmada por Carolina Corbalán, militante de este movimiento, en referencia al comportamiento abusivo que, describe, lleva adelante con total impunidad Lauro Grande, coordinador de articulación territorial en el partido de San Martin. En su extenso posteo se destaca el hecho de que Corbalán acusó a Grande de “pisotear compañeras”, no sólo haciendo uso de “insultos” y “humillaciones”, sino también bancando a “abusadores en lugar de defender a las pibas”. “Yo no me olvido que hiciste mil malabares para cubrir el abuso sexual de mis compañeras y para culparlas a ellas en lugar de hacerte cargo de lo que era tu responsabilidad”, dice. Más machirulo, no se consigue.