Malas lenguas 1265

Un crimen absurdo I. La muerte de Luciano Olivera es un crimen absurdo. Absurdo, por las circunstancias en las que ocurrió. Absurdo también, por lo que provoca ante una media que se desborda detrás de títulos espectaculares que no registran los hechos y que, en más de una ocasión, los deforman. Lejos de los dichos del abogado mediático Gregorio Dalbón hablando de «fusilamiento», la lectura de lo ocurrido sacó a la luz una realidad compleja que está a la vista, pero se elige ignorar, patéticamente. La persecución policial a Luciano no se inició para «apretarlo y sacarle algo», como afirmaron unos no identificados vecinos de Miramar. Fue la consecuencia de los llamados de vecinos al 911 por reiterados ruidos molestos en esa madrugada que finalmente fue fatal.

Un crimen absurdo II. En la conferencia de prensa en Miramar, Gregorio Dalbón a boca de jarro —fiel a ese estilo que lo llevó a ser expulsado de la querella por el siniestro doloso de Plaza Once—, dijo: «no fue gatillo fácil, sino fusilamiento, un asesinato a sangre fría». Agregó que quiere «preso» al comisario que fue removido y «a todos los que estaban con él». Típicas declaraciones de quien busca espectáculo, y no justicia. En el acta que figura en el expediente se lee «siendo las 5.30 se hace presente el comisario Edgardo Andrés Vulcano en el lugar que se considera el “hecho” en donde se halla el cuerpo de Luciano Olivera e imputado el oficial de policía Maximiliano González». Para cuando Vulcano arribó a Miramar desde Mar del Plata, donde tiene su domicilio, ya se había hecho cargo de la situación el secretario de la fiscal Ana Caro Martín Spezia. Tal como indica la ley del ministerio público, estando en la escena del crimen un integrante del cuerpo fiscal, las providencias y términos de acción procesal corren por cuenta y órdenes del ministerio público. O Dalbón desconoce la ley (harto posible), o sólo habla para la tribuna, ensuciando la causa con fines políticos.

Un crimen absurdo III. Lo ocurrido en Miramar tiene una historia que está vinculada a la presencia de menores en horario nocturno, con casos resonantes que han cooptado la atención de todo el país. En este caso, hay aristas complejas no expuestas, como por caso la llegada a la ciudad de colectivos que partieron desde Mar del Plata que llevaron grupos organizados que fueron los que impulsaron el ataque a la policía, provocando graves daños físicos y materiales. A razón de esto, el concejal de Juntos por el Cambio, Joaquín Sánchez Garro, señaló en la FM 99.9: «el sábado en la marcha, mucha gente no era de acá. Entraron colectivos con más de 60 personas desde Mar del Plata, fue algo organizado que vino desde afuera y es difícil de parar porque hay mucho dolor. Hubo infiltrados y gente que no es de acá que comenzó a atacar la comisaría, la municipalidad y lo que terminó pasando en el Concejo Deliberante. Entiendo que deben estar en las Cámaras de Seguridad porque esto nos lo comentaron funcionarios municipales».

Quejas y anuncios. Los que plantea el dirigente de ATE Ezequiel Navarro, quien señala que en los dos hospitales públicos de Mar del Plata hay faltante de recurso humano. Específicamente, doscientos profesionales entre enfermería, camilleros y médicos. En su recorrida por los medios, al tiempo que hacía público este reclamo, fustigó con dureza al sector de atención primaria de la salud marplatense, en consonancia con lo que expresan los vecinos de la ciudad, que deambulan buscando atenciones médicas que están ausentes o son francamente deficitarias.