Malas lenguas 1322

Las otras fiestas I. Es habitual leer que el municipio desbarata fiestas clandestinas. No obstante, éstas parecen replicarse y prosperar, lo que sucede porque hay un sistema que aceita el esquema de organizar «afters» después del cierre de la nocturnidad en General Pueyrredon. Un momento significativo en ese sentido se dio en el segundo fin de semana de enero, en la zona alejada que se conoce como barrio Antártida Argentina.

Las otras fiestas II. La crónica oficial dice que el aviso llegó a través de varios llamados a la línea de denuncias del municipio. No fue así: dos funcionarios de la Delegación Puerto, luego de verificar el fin del operativo en las playas del sur, salieron a recorrer el área y allí detectaron el movimiento de vehículos y luces que, junto al inconfundible sonido de la música tecno permitían alertar hasta al más distraído de lo que estaba ocurriendo en el lugar. Al acercarse a la esquina de las calles 479 y 58, encontraron una multitud de vehículos de alta gama, estacionados a 45 grados. Si bien la crónica enviada a los medios señala que, al ser requeridos, la patrulla municipal y la policía se acercaron de inmediato, no fue así: los móviles policiales pasaban, y seguían de largo. Finalmente, aparecieron unos pocos numerarios pertenecientes al grupo UTOI.

Las otras fiestas III. En la primera de las fiestas, los funcionarios municipales fueron abordados por dos tipos audaces identificados como Diego y Brian que les dijeron «muchachos sigan, que está todo arreglado». Hasta mencionaron el nombre de un funcionario de alto rango. Advertido el actor en cuestión, éste se hizo presente y encaró al que había dado su nombre. Para sorpresa de nadie, el citado no fue reconocido en un diálogo directo y el relato cambió a «sí, tengo el teléfono, pero me dijeron que no lo moleste». La saga lleva a que nadie confíe en nadie y los funcionarios de distintas tribus políticas aglutinados en la actual gestión se sospechen entre ellos, y los más temerarios, en encuentros gastronómicos, acusen sin pruebas en un clima de paranoia mal.

Las otras fiestas IV. Luego, el personal municipal se dirigió a otro domicilio, ubicado en la calle 483 entre 66 y 68. Allí se constata que en el parque se había instalado un grupo electrógeno y equipos de sonido. También allí se labraron las actas correspondientes. Todo lo formal, bien. Interrogantes: ¿quién se hace pasar por este alto funcionario municipal y dice tener todo arreglado? ¿Quién es el funcionario policial al que se conoce y cita en todo este ambiente marginal en el que corre droga a espuertas como en el «pollo»? ¿Quién recauda, en nombre del municipio, por izquierda? Lo formal no alcanza ni en este ni en otros casos.

Otros temas. El hospital regional destruido. La Autovía 11 convertida en la ruta de la muerte entre Mar del Plata y Santa Clara. La usina 9 de julio que produce polución auditiva y ambiental. Escuelas sin recursos para proveer correctamente la alimentación a sus alumnos. Eso sí: lo importante es que —según cita el diario El Cronista—, los asesores de Kicillof están chochos porque el gobernador aceptó vestir de forma menos contracturada y usar camisas livianas y bermudas. No sólo hacen todo mal: se nos ríen en la cara.

El viento gira. Liderado por el presidente de la Corte, Horacio Rosatti, el poder judicial federal gira las tornas. Se viene una fuerte reacción en materia de tiempos en el proceso de causas, como ya puede verse en el raid del juez Daniel Rafecas en distintas investigaciones que van sobre ex y actuales funcionarios subordinados a Cristina Kirchner. Será de ver.