Abandono de persona I. No está contemplado en el Código Penal, pero de qué manera llamarle si no a lo que ocurre cuando un letrado abandona a su cliente, y por toda respuesta dice: “no sabés cuánto lo siento”. El cliente responde: “cuánto lo siento yo, que me dejaste sin mis derechos porque decís que te olvidaste de presentar un escrito y quedé afuera de todo”. Por solicitud de la víctima, aún no hacemos nombres. Pero en cuanto la denuncia se haya presentado en el Colegio de Abogados y en sede penal, haremos detalle de esta situación gravosa, que es un desprendimiento de la estafa al Bank Boston y sus víctimas colaterales.
Abandono de persona II. La historia remonta a los 90, cuando N&P reveló la particular maniobra atribuida a Osvaldo Faienza y que significó la expulsión del Bank Boston de un puñado de empleados, acusados de nada en definitiva. Algunos de ellos, liberados luego de un largo proceso para demostrar su inocencia, iniciaron causas laborales. A una década, hace un año el abogado litigante les dijo que habían perdido todo derecho porque él se había “comido un término”. Adujo no ser el responsable y apuntó a su hermana, asistente no letrada del estudio. Prometió pagar de su bolsillo cuando cobrase lo ganado en un hipotético triunfo en contra de la pesquera Valastro. Un año de palabras y ningún papel firmado. Lo cierto es que parece ser que esto de perder los términos, no presentar los poderes para “perder” pero en definitiva “ganar”, ya es costumbre. Ampliaremos.
Repercusiones. Nuestra “mala lengua” de la edición 856 sobre la Liga de remates dio mucho para hablar, sobre todo en los cafés de los alrededores del Colegio de Martilleros, en la seccional primera, y en juzgados civiles y comerciales de la ciudad, anche otros ámbitos por cierto. Indignados con N&P se los escuchó al los señores Puga, Vecchio y al abogado Vespa, conocido como “el Chuli”, quien de habitual agita el verbo hablando de otras honras. Acusaciones cruzadas sobre quién podría haber sido la fuente infidente que nos hizo llegar la info, y hasta alguna amenaza al viento. Gente nerviosa.
Siguen los interrogantes. Nos cuentan desde la dirección martillerobuchon. “Parece que el tema del Colegio de Martilleros es un escándalo mayúsculo, una vergüenza para la ciudad. Todos están al tanto de lo que pasa, incluidos muchos juzgados que dejan las condiciones de los remates laxas adrede. Incluso hay un par de comisarios dando vueltas, ya que cuando se remata algún departamento por expensas, aprovechan para lavar plata. Si se subasta -por ejemplo- un departamento de valor de mercado 50.000 dólares, y debe 10.000 de expensas, se puede llegar a pagar 10.000 dólares de martillo. Luego hay que pagarle a Larluz y/o Puga su parte, y encima las expensas que se adeudan, pero como éstas se pagan en negro en la mayoría de los casos, se escritura (y lo firma el juez, ergo la AFIP no dice nada) por 10.000, y luego lo vende a 50.000. Es decir, 20 o 25.000 blanqueado.
Algunos directivos del Colegio defienden esto porque dicen que gracias a esta lacra hay compradores para todos los inmuebles, incluso los menos atractivos. Además, cuando se pelean los 2 o 3 grupos que se arman, se corren mutuamente hasta pagar precios exorbitantes. Lo mismo cuando va un “particular” con plata: si no quiere arreglar, se lo hacen pagar a veces más que el precio de mercado, y ahí los martilleros encantados”. Otra versión de la Mar del Plata no tan feliz.