Malas lenguas 879

Sobre dragas y directorios I. Prosigue la “larga marcha” rumbo a un puerto de 11 metros de profundidad en su canal principal para volver a operar con características de puerto marítimo apto para el ingreso de buques portacontenedores y los tan anunciados cruceros internacionales. Esta semana ingresó la draga de succión china, que deberá completar tareas y dejar el puerto operativo hacia finales de año. En tanto, se reinicia la batalla por los cargos para el directorio del Consorcio Portuario, toda vez que se agotan los tiempos de la intervención. Hay sorpresas. Quizá la mayor fue escuchada en la parrilla “El gancho”, en 12 de Octubre y Martínez de Hoz. Allí, lugar habitual de comensales vinculados al quehacer de nuestra terminal marítima, se escuchó a Carlos Sepúlveda, pope de la cámara de estibaje y actividades afines, celebrar por su incorporación a ese directorio. Sepúlveda es un aficionado a la “acción directa”: cuando las cosas no fluyen a su parecer o necesidad, va a los palos y por las suyas.

Sobre dragas y directorios II. Lo cierto es que los cabildeos ventilados por Sepúlveda en tendidas gastronómicas regadas de tinto del bueno, abrieron heridas muy fuertes en la vida de este mundo interior o paralelo que tiene General Pueyrredon. Es que Sepúlveda está íntimamente ligado a algunos episodios de violencia recientes. Fue Sepúlveda, o alguno de sus compañeros de armas, quien le propinó un golpe tal al funcionario del Consorcio Roberto Manochio, que sufrió una contusión cerebral que le afectó de por vida el sentido del gusto. Otra de las hazañas de Sepúlveda fue hacer un escrache, con quema de gomas incluida, frente a la casa del fallecido Eduardo Pezzati, por acciones de éste como presidente del Consorcio en relación a disciplinar legalmente las cooperativas ilegales que Sepúlveda maneja.

Sobre dragas y directorios III. La novedad propalada por Sepúlveda deja extrañados a distintos sectores empresarios, por caso a Cafrexport, liderada por Ciro D’Antonio, quien ha solicitado por nota integrar el consorcio, sin respuesta alguna. Es de imaginar el impacto, más allá de los antecedentes violentos del sujeto en cuestión (Sepúlveda), cuando todavía hay cuestiones legales cargosas sobre su persona dando vueltas en tribunales; una de ellas es la denuncia que presentó la empresa Pequeña Marina, propiedad de Juan Carlos Elguero, quien ha sufrido el acoso y la violencia que despliegan Sepúlveda y los suyos por tomar indebidamente porciones del negocio de la estiba. Capítulos de un libro que aún no se cierra.