La corrupción mata. Roberto Maturana ha denunciado ante el prefecto nacional Luis Heiler un hecho que involucra a un armador, a un capitán y al jefe de Prefectura local Osiris López, quien habría permitido la partida del pesquero Porto Belo I con maquinista no concordante con la documentación presentada. Quien figuraba era un maquinista de cincuenta años, cuando en rigor estaba a bordo un joven de veinticinco, sin experiencia suficiente. La denuncia promete otros capítulos fuertes.
Cambios I. El aupamiento que el PRO, de la mano de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, le ha dado a Vilma Baragiola trae cimbronazos. Por un lado, los siempre inquietos radicales, a los cuales la interna les provoca un efecto afrodisíaco y los deja alzados como animalito en celo: “que Vilma no nos da más bola, que Sanz (Ernesto) está enojado y aplicó un correctivo…”. En fin, lo cierto es que los de la boina blanca, hoy algo amarillenta, están a la deriva. Nadie conduce, y eso se nota en el bloque y los cruces, que están al orden del día. Esta semana, un ex dirigente que pasó por todo el cursus honorum -fue edil, funcionario de dos gobiernos radicales, senador y anduvo a los codazos con Perogrullo/Cospelito para sacarse fotos con Roberto Lavagna en 2003-, se lanzó a la yugular del presidente del comité local de la UCR para recriminarle que el partido no hace nada por Vilma.
Cambios II. La respuesta de Daniel Núñez no se hizo esperar, y apunta a la ausencia de una mesa política que articule acciones ciertas para la candidata y la ciudad. El intercambio fue bastante áspero y revelador del estado general de incertidumbre que hay en este momento, incertidumbre que lleva a que Perogrullo/Cospelito anuncie a su grupo de accionistas marplatenses que hoy encabeza las encuestas de intención de voto y que van por más. Nadie sabe bien qué significa “más” en este caso: ¿más déficit, ¿más funcionarios -la planta política ya supera los 240-?, ¿más mentiras?… ¿Qué será ir por más en la visión de este intendente? ¿Más muertos? Quizá.
La Cámpora y el servicio de justicia. Como parte de la movida hacia adelante, los jóvenes de La Cámpora marchan a ocupar cargos de relevancia en el Poder Judicial. La movida que lleva a Leandro Favaro de un cargo en el juzgado de menores de María Fernanda Di Clemente, a una fiscalía bajo la tutela de Fabián Uriel Fernández Garello, da para movida de piezas. El lugar de Favaro lo ocupará el novel Federico Adler, también militante de La Cámpora. Hijo del poder -su papá es el fiscal de cámaras federal Daniel Adler-, el ascenso trae problemas. Es que doña Di Clemente le había prometido dicho cargo -nada despreciable, son una treinta y cinco luquitas por mes- a Federico Samprón, numerario de dicho juzgado, que ahora se queda con la ñata contra el vidrio y los bolsillos vacíos. Samprón está hecho un basilisco, y promete trifulca de la mano de la Asociación Judicial Bonaerense.