Muchachos bravos y acomodaticios. Así son y seguirán siendo Mario Portela, Roberto Atilio Falcone y Daniel Adler, quienes han advertido que el viento de cambio tiñe todo el poder actual de naranja. El “naranja” de Scioli Presidente y “el Chino” Zannini vice, lleva en línea recta a Rodolfo “Manino” Iriart a una diputación nacional y eventual presidencia del bloque en el Congreso nacional. Rápido de reflejos, “Quesito” Adler lo llamó al diputado provincial e interventor de la Subsecretaría de Seguridad municipal para ponerse a disposición en esto de que la gente quiere ser escuchada ante la justicia. Sin reparar, por supuesto, que los problemas de la sociedad son con la justicia provincial, en esencia. Así que, ¿qué buscan estos tres? Lo obvio: mantener su cuota de poder. Luego de años de cultivar el garanticidio zaffaronista, va siendo hora de cambiar. Y para cambiar, hay que jugar el juego. Iriart quiere una justicia que dé respuesta, y está dando una batalla política fuerte. Y los nombrados, si hay que cambiar, cambian cuantas veces haga falta. Flexibilidades conducentes, que le llaman.
Sobre acuerdos y defecciones. Fue una nota distintiva del cierre de listas locales. Carlos Katz ocupaba el segundo lugar de la lista de concejales del acuerdo entre el PRO y los radicales, por detrás de Mario Rodríguez. Pero la lógica política llevó a que finalmente Juan Aicega, por el PRO, ocupara ese lugar, por lo que Katz quedaba relegado a un cuarto lugar. El ex presidente de OSSE anunció entonces que se bajaba de la misma, con lo que se ganó amplias simpatías y congratulaciones por el gesto de hacer un paso al costado. En realidad, la dignidad suele venir un paso atrás de un cálculo político-matemático: cuarto significa potencialmente séptimo si la batalla en las PASO frente a la lista de Arroyo es tan ajustada como parece que será. Séptimo es zona de riesgo; es más fácil quedar a la puerta de la banca, que sentado. En tiempos de escaseces, para qué poner tanto esfuerzo y quizá algún dinero para algo que potencialmente no está asegurado y tal vez no sea…
De cargos y lugares de poder. Está que trina la Asociación Judicial Bonaerense por las actitudes de la jefa de los defensores oficiales, Cecilia Boeri, y de la jueza Fernanda Di Clemente, de nombrar en cargos judiciales a recomendados políticos. Dicen en su comunicado: “Recientemente fue la Dra. Di Clemente en el fuero penal juvenil, y ahora la Dra. Boeri, a pesar de que en muchos sectores del Poder Judicial se clama por una justicia legítima y democrática, está claro que cuando entran en juego derechos vinculados a las relaciones laborales internas del poder jurisdiccional, magistrados/as progresistas o conservadores imponen decisiones”. En criollo: siguen los nombramientos a dedo. La Asociación Judicial capítulo Mar del Plata describe con eufemismos algo bastante triste por cierto. Agregan en tono críptico: “las/os compañeras/os administrativos/as abogados/as que ya trabajan en la Defensa Pública carecen de pertenencia política partidaria, de padrino en bicicleta o de a pie vinculado a la todopoderosa naranja provincial y su único mérito es nada menos que el trabajo y la vocación por la tarea que realizan, pero que evidentemente no es suficiente”. Traducido: no tienen rosca con Juan Curuchet o Rodolfo Iriart. ¿Cómo es posible, en democracia, defender derechos cuando los dirigentes les tienen miedo a las cosas por su nombre, es decir a los nombres propios?