Manineadas I. El paso de Rodolfo Iriart por la Secretaría de Seguridad municipal como interventor de la misma está dando ya mucha historia para contar. Si bien su gestión tiene, por naturaleza política, patas cortas (asumirá como diputado en octubre), el accionar que no conoce de horarios saca sarpullidos hacia adentro de la gestión de GAP/Perogrullo/Cospelito. Parte de ello es porque hay resultados palpables en materia de narcotráfico y robo automotor, fruto de establecer un contacto con la sociedad que no reconoce antecedentes en Mar del Plata. Eso sí, hay traspiés: recientemente, ante un hecho de inseguridad, Iriart pidió imágenes de una cámara de seguridad y se llevó gran sorpresa gran: la cámara está allí, oronda, pero sin energía eléctrica desde hace seis meses, porque alguien dejó sin hacer el trámite de conexión eléctrica. Si Iriart hablara, tipos como Alveolite no podrían salir más a la calle.
Manineadas II. Tarde de invierno en Mar del Plata. César Ventimiglia, ex titular de la Secretaría de Seguridad, “perseguía” a Iriart pidiéndole una reunión. Finalmente recibió un llamado diciéndole: “venite, que esta tarde estoy de recorrida y charlamos en el auto”. Así fue, en el auto en que se desplaza Iriart, con el chofer más dos auxiliares, Ventimiglia, “ensanguchado” en el asiento de atrás, vivió un experiencia singular. En la radio policial se escuchó al despachante del 911 informar sobre un auto robado que circulaba a cuadras del lugar por el que se desplazaban Iriart, colaboradores y el invitado Ventimiglia. Ahí comenzó otra historia.
Manineadas III. El escenario comenzó a modificarse. El paseo se transformó en persecución de los cacos sumando masa crítica a la persecución de los patrulleros del CPC, a un ritmo de vértigo que incluyó, con los delincuentes ya habiendo abandonado el auto robado, una corrida por el barrio Las Avenidas. Terminada la misma, con dos de los implicados detenidos, alguien comenzó a preguntar: “Che… ¿y Ventimiglia…?“. Ventimiglia estaba de rodillas, tirado sobre el pasto vomitando. Parece que como pudo atinó a decir: “Manino, la próxima reunión, en un escritorio o tomando un café, por favor!” .Y bueno, la bota de potro, ya se sabe, no es para cualquiera.
La fuerza del poder. Los allanamientos a la firma SACOA tuvieron gran despliegue mediático. La foto reflejó lo que acontecía, pero nada sugería acerca de lo que motivó este episodio. Pudimos saber que la acción tuvo su origen en la AFIP Salta, de donde se desprende una duda: ¿un reclamo de la AFIP por cuestiones fiscales habilita a semejante despliegue? Si tal como hemos podido establecer, todo viene a cuento del cierre de una sociedad en Salta que debe impuestos, ¿no es más razonable embargar cuentas bancarias y luego sentar al deudor a negociar? Personal de AFIP Salta, prefectos que se enviaron desde Tigre, un despliegue ordenado por el juez subrogante de Salta Leonardo Bavio (muy cuestionado en la provincia) y allanamientos a domicilios privados que nada tienen que ver con el manejo de la empresa, es, como mínimo, un exceso. Tanto poder para humillar y exponer sin necesidad alguna a ciudadanos de a pie se está tornando algo lamentablemente habitual