Malas lenguas 967

Compleja realidad I. Nada hacía suponer que tomar el control de la comuna de General Pueyrredón sería simple y sencillo. Quien lo haya creído así, merece ser tratado de ingenuo tirando a pavote. La corrupción generada por los ocho años de Gustavo Arnaldo Pulti era la nota prevalente. Hoy, el tema es los montos que percibían actores y estimuladores culturales barriales. Silvana Rojas, la secretaria de Cultura municipal, dio a conocer que grandilocuente cuestionador a las puertas de la municipalidad cobraba cuatrocientos cincuenta y cuatro pesos la hora por su tarea: esa plata por hora de trabajo no la percibe un juez federal. La divulgación de esos contratos se hace imperiosa ante la algarada vergonzosa que desarrollan estos actores y gestores culturales. Gestores, curioso término.

Compleja realidad II. La reunión de Carlos Fernando Arroyo con la gobernadora Vidal no fue precisamente algo agradable para el intendente marplatense. La reunión fue tensa y dura: Vidal no se ahorró críticas, en especial para el rol del hijo del intendente, Guillermo Arroyo, piedra de toque en la reunión. Arroyo padre retornó de muy malhumor de La Plata, y brindó una conferencia de prensa contra el consejo de secretarios y funcionarios. En ella reveló -sin haber blanqueado la situación previamente con su gabinete- que se integrará al Gobierno un coordinador enviado de Capital Federal, del riñón de Rodríguez Larreta.

Compleja realidad III. Al que le fue muy bien en La Plata fue al secretario de Hacienda Reinaldo José Cano. Tan bien, que hizo saber que seguirá en el cargo hasta diciembre. La reunión de tres días de Cano con funcionarios  de Economía liberó recursos para pagar costos salariales de educación que estaban ausentes desde el cambio de gobierno. El cuidadoso manejo de los fondos públicos permitió pagar todos los salarios públicos en tiempo y forma. El gremio municipal, que se pintaba la cara para medidas de fuerza, se quedó con las ganas. Crayón que se guarda sirve para otra batalla.

Cruces y expectativas.
Si bien Guillermo Arroyo lo niega, su rol está muy cuestionado, y tiene cruces a diario con más de un secretario municipal. Hoy está de punta con la secretaria de Educación, a la que cuestiona muy severamente. Su permanente actitud de actuar como “hijo del intendente” no ayuda en nada. Otra familiar: enojos por la convocatoria para este lunes, anunciada por Mauricio Loria (yerno de Arroyo) para los secretarios. De fondo, nada; formalmente, el enojo es porque no corresponde. Tarascones menores, por cierto, pero molestos.