NOTA DE TAPA | por José Luis Jacobo
Montenegro, Kicillof, y las obras que Mar del Plata necesita
Guillermo Montenegro ha decidido no irse de Mar del Plata sin dejar una huella. Bien por él. De hecho, todo ciudadano electo tiene deberes y obligaciones con quienes lo eligieron. E ir por la municipalización de Mogotes impacta directamente sobre su electorado, que anhela la recuperación de esos espacios públicos que hoy están en manos de la provincia.

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TOP TEN
1) Emiliano Yacobitti (dictando ideología) | 2) Abigail Araujo (ingeniera dedicada a la agitación) | 3) Axel Kicillof (la patria no se vende, ¿se alquila?) | 4) Nicolás Maduro (ridículo, loco, peligroso) | 5) Pablo Biro (oligarca aeronáutico) | 6) Marcelo Cardozo (difícil cometido) | 7) Hernán Alcolea (remember) | 8) Franco Colapinto (no hay forma de no incluirlo) | 9) Eduardo Feinmann (tremenda frenada) | 10) Mariana Cuesta (oponerse por oponerse)

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MALAS LENGUAS
El acto. Kicillof —auto-imposibilitado de recorrer Mar del Plata por su fuerte enfrentamiento con La Cámpora y, por consecuencia, la inconveniencia en su modo de ver la política de tener que compartir el escenario con Fernanda Montoto Raverta— elige hablar en el barrio de al lado, en Mar Chiquita

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Límite al skate

Ante el crecimiento del uso tanto de skates como de rollers, algunas provincias comenzaron a pensar seriamente en legislar para evitar accidentes. San Luis fue pionera, y actualmente, Mendoza y Córdoba están discutiendo al respecto. ¿Llegará a Buenos Aires?

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Complicidad marplatense

El entonces arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado Juan Carlos Aramburu y el cardenal Raúl Primatesta, arzobispo de Córdoba, a quienes se sumaría luego monseñor Quarracino, obispo de Avellaneda, adquirieron a lo largo de la dictadura un protagonismo desde el cual no dudaron en legitimar el accionar procesista.

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Mirada hemipléjica

Uno de los requisitos para que un Gobierno pueda llamarse democrático es su respeto por los derechos humanos -antes derechos naturales-, inherentes al ser humano. A un Gobierno que viole repetidamente los derechos humanos no se le puede llamar democrático, aunque haya resultado ganador de unas elecciones. Y cuando su mirada es parcial, tampoco.

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