Cartas de un judío a la Nada
Boston, 1998 Den Brady es mi contador. Mejor dicho, es uno de los muchos contadores que, alrededor del mundo, manejan mis cuentas bancarias e inversiones. Sin embargo, al tener a su cargo mis bienes más cuantiosos, le tengo cierta consideración especial. Es un hombre práctico, llano e inteligente. Confiar en él es una reacción natural que sufren todos los que llegan a conocerle.