El decálogo, el virus, y los desvaríos de la pandemia

Está claro que ni lo han leído —nazis no son— y, uno de ellos cuando menos, es admirador del soviet. Pero actúan como de memoria de acuerdo a los conceptos del decálogo de Jhosep Goebbels, los cuales delimitan un discurso que permita conducir la sociedad a modo de masa obediente detrás de un propósito. En esta ocasión de la vida argentina, la cuarentena eterna.

Desde la hora cero se instaló un concepto que se apoya en el primer punto de este decálogo sobre el cual se basó la comunicación alemana desde la década del 30: el presidente Alberto Fernández, huyendo de sí mismo y sus errores previos a la cuarentena, lanzó: “estoy cuidándolos porque la vida es más importante que la economía”. Principio de simplificación y del enemigo único: “Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo”.

El enemigo es el virus, el adversario es la muerte. Todo basado en una elaboración fallida del Imperial College de Londres y en una marrada global de su —hasta la llegada del Covid-19— impecable prestigio. El líder de este grupo es Neil Ferguson, quien está bajo intensa crítica por las fallas de su modelo de predicción basada en algoritmos dentro de un software desarrollado a criterio del grupo dirigido por este controversial personaje.

Lanzado el tema de “cuarentena o muerte”, a la par de “vida o economía” ambas falacias sumaron en medio de disputas políticas citas cuando menos imprudentes. El ministro de salud de la provincia Daniel Gollan, ante la presión de intendentes de la provincia, desarrajó: “En provincia nos está dando que si los contagios subieran a un ritmo exponencial tendríamos el sistema colapsado para mediados de julio. En esa fecha estaría al límite”. No fue el único tremendismo, agrego: “Si se levanta la cuarentena, en 15 días vamos a tener cadáveres apilándose, como en San Pablo o en Nueva York”. En esta predica funciona el criterio del octavo mandamiento del decálogo, el principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias”.

Los asertos de Gollán fueron contestados por Gabriel Rubinstein, quien le señaló que las afirmaciones deben estar basadas en datos y en evaluaciones, y no en pareceres propios. Quien sí le enmendó la plana fue Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de terapia intensiva: “Tenemos el dato que están ocupadas del 30 al 40% las camas de Terapia Intensiva” y agregó: “No creo que colapse el sistema de salud, me sorprenden las declaraciones del ministro (Gollán)”.

La controversia ya no es sanitaria, es claramente política y así lo dejo en claro el intendente de Tandil, Miguel Lunghi, quien avisó que sí o sí pasaba a la fase 5 determinaran lo que determinaran el gobernador y el presidente de la nación. Le contestaron con el brote de Necochea, el cual fue mezclado con un hecho policial. El caso de Necochea impactó en 22 personas y llevó a acciones policiales que nada tenían que ver con el coronavirus. Aquí funcionó como mecano perfecto el principio de la silenciación: “Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”. No es el virus, que existe y llega matar. Es la peor política, usando el miedo para sus fines.