Es donde estamos: en el limbo, luego de la primera vuelta, ya con las elecciones a gobernador e intendente definidas. Proviene del latín limbus, que significa borde o límite. Hace referencia al «borde del infierno».
«Limbo, según la religión cristiana, es el lugar o estado en el que residen las almas de las personas que mueren en pecado original sin haber sido condenadas al Infierno», dice la definición. Y así nos sentimos: al borde del infierno tan temido.
La decisión de Mauricio Macri, de arrojar por la borda el peso —crucial— de aliados trapicheros y mendaces, lo ha trastocado todo. Los lloriqueos de Elisa Carrió, Gerardo Morales o Emiliano Yacobitti no empañan una decisión que debería haberse tomado ya en 2019.
No se puede hacer nada en la vida con zafios de manual como estos. Y para que quede claro: dícese del zafio que «se insultan unos a otros, porque saben que, cuanto más zafio o ingenioso sea el insulto, más noticiable es». Nunca soportaron la decisión de la convención de Gualeguaychú, que los dejó en condición de partenaire.
Como señaló Daniel Gerold: «el sector energético advirtió en 2017 que la falta de apoyo interno en el gobierno, dejaría sin sustento la corrección tarifaria». Preguntado el dirigente del sector energético sobre cómo era eso de la «oposición interna», señaló éste las acciones en contra del —en ese entonces— secretario de Energía, Juan José Aranguren, por parte de Elisa Carrió. En nombre de la clase media argentina, Lilita presentó un proyecto que requirió «saber si existe un manual de normas y procedimientos, si los entes reguladores controlan, y de qué forma, que las empresas apliquen el cuadro tarifario de forma debida». Dejo a criterio del lector el preguntarse si el actual rush en la suba del precio de la Energía ha provocado, en estos últimos malhadados cuatro años, alguna conducta de similar criterio. La respuesta es que no, porque la actitud de Carrió siempre fue la de cuestionar a Macri y a Bullrich, mientras eligió callarse al respecto del latrocinio brutal al que está sometido el pueblo argentino.
Y ni que hablar de los socios porteños… La entente metropolitana es una sociedad de negocios. El apoyo del socialista Roy Cortina se explica por los negocios que surgen de la legislatura porteña. Si hay alguien que se escandalice por los negocios del massarasismo (sic) en la legislatura bonaerense, les aseguro que se trata sólo de cambio chico.
Es una pena que Guadalupe Vázquez haya reculado en chanclas ante la atropellada de Yacobitti. Si fuera ella, me auto denuncio y comienzo a pedir pruebas. No es la UBA: es toda la caja de todas las universidades. Los massarasistas locales del socialismo tienen 91 cargos políticos nombrados, y han armado una red de acuerdos y convenios que, si hubiera un servicio de justicia que no esté cooptado por las relaciones políticas que surgen de la Facultad de Derecho, serían un festín grotesco de componendas a plena luz del día.