Elecciones 2023: ¿era la hora?

Desde 1983 que una mayoría de argentinos que se pronuncia a favor de la república, de la plena vigencia del estado de derecho y del absoluto respeto por los derechos humanos, aguardan un cambio.

Un cambio que, entre otras cosas, recupere los valores de la república liberal que inspiró a la generación del 80, esa generación que llevó al país a conocer una grandeza y una prosperidad que nos permitía mirarnos de igual a igual con la naciente potencia del norte. Tanto los parámetros de los Estados Unidos como los de nuestro país anunciaban una majestuosa competencia de nuestro continente ante una Europa sumida en guerras y un oriente que, en ese momento, atrasaba décadas.

Pero —como suele decirse— «llegaron los genios» y toda esa promesa de una nación fuerte en las Américas en abierta competencia por el liderazgo ha sido llevado a la situación mendicante que estamos atravesando hoy en día. Pero, este espacio, ¿no es para hablar de lo que sucede en nuestra ciudad? Es de lo que estoy hablando.

El demérito de las pequeñas cosas locales, habla per se. Reaparece en la lid pública Juan Antonio Gutiérrez, quien lidera CAMECO, la organización que nuclea a las pequeñas y medianas empresas de la ciudad para pedirles a los actores públicos que actúen en pos de ordenar la utilización del espacio público. Mueren conciudadanos nuestros en la ruta 11, entre Santa Clara y Mar del Plata, así como también en la 88, entre Batán y El Gaucho. ¿Por qué? Porque los poderes públicos no hacen su trabajo.

Recuperar valores exige que los actores judiciales garanticen la plena vigencia de la Constitución Nacional, la cual en este momento, no rige. ¿Por qué? Porque hay desidia, molicie personal y desentendimiento general. Los asesinados y los siniestrados, apenas merecen una atención momentánea. Sólo eso: un minuto de atención, y ya fueron. En Mar del Plata, sin embargo, no es una incógnita para los politólogos quién va a ganar la elección por la intendencia, sino por cuánto la va a ganar.

Montenegro ha denunciado a los piqueteros por el corte de calles y de rutas y también la ocupación de tierras, por ejemplo, en El Marquesado. Salvo el fiscal Juan Pablo Lódola —quien ahora giró de una curiosa interpretación en cuanto al carácter bueno o malo de los propietarios—, en materia de ocupación de tierras y viviendas, el ministerio público fiscal es compañero de ruta de estas organizaciones políticas curiosamente llamadas «sociales». Recuperar la república, involucra todo este escenario de situaciones que, de cotidianas, se han vuelto insoportables.

El poder que exuda el MTE, liderado por Juan Grabois, es un dato claro del estado de las cosas: impusieron una red de venta de frutas y verduras en la ciudad que compite con el comercio establecido. A tanto llega que, por calle 14 de Julio casi avenida Libertad, se instala un food truck que luce un cartel que, en letras de molde, dice «MTE». Situaciones que no son admisibles ni en nombre de la necesidad, ni de la praxis política.

Recuperar la república está en estas pequeñas cosas: en lo cotidiano, lo que está a tiro de las autoridades locales. En estos años que vienen, o somos el cambio, o no somos nada.