En riesgo de vida (o la falta de control)

Durante el denostado gobierno de Carlos Fernando Arroyo se impuso a nivel municipal el criterio de tolerancia cero de alcohol al conducir. La ordenanza de marras —de inferior condición a una ley—, aún rige, pero no se aplica. Pandemia mediante, los controles de alcoholemia cayeron en desuso. Tal como señaló alguna vez Juan Domingo Perón: «el hombre es bueno, pero si se lo controla, mejor».

Cuando se puso en marcha la propuesta de «tolerancia cero» en nuestra ciudad, hubo una corriente de apego a la norma que llevó incluso a que, en los boliches, hubiera propuestas como canilla libre de bebidas sin alcohol a quienes fueran conductores designados. Los controles en su momento trajeron controversia, pero la estadística es clara: bajó enormemente la siniestralidad en Geneneral Pueyrredon.

Si bien aún no existe una ley nacional al respecto, ya en siete provincias del país impera el criterio de tolerancia cero. Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, «Córdoba, Salta, Tucumán, Entre Ríos, Jujuy, Río Negro y Santa Cruz. También en las ciudades de Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Pueblo Esther, Neuquén, Ushuaia, Río Grande, Posadas y Moreno, tienen mejores resultados de siniestralidad vial: El informe de la ANS establece que en promedio las   personas testeadas con una graduación de entre 0 y 0,5, fue menor a las de las jurisdicciones sin esta normativa. A su vez, en las cuatro ediciones de Alcoholemia Federal en las que se basó el estudio, los test positivos de los conductores nunca superaron el 7 por ciento del total. Sin embargo, estos casos positivos, aunque son minoritarios, indican altas graduaciones alcohólicas que representan un riesgo para todas las personas que transitan por la vía pública».

Ese peligro quedó perfectamente expuesto en el video viral filmado por quien estaba de acompañante en el Wolksvagen Fox que conducía Javier Arostegui, el joven que, manejando borracho y de manera absolutamente imprudente, terminó estrellándose contra un árbol y el muro de contención de la costa en Cabo Corrientes. Si sobre este caso, lo que se hubiera hecho público, hubieran sido sólo las imágenes del COM, hubiera quedado como otro hecho de tránsito más en esa zona, en donde ya es habitual la cobertura periodística por despistes que terminan con caídas al barranco.

La reacción de las autoridades fue inmediata. Una vez identificado el conductor oriundo de Berazategui, se anunció la máxima punición prevista: la inhabilitación de su actual licencia de conducir, la imposibilidad de volver a tramitarla, y una sanción económica equivalente al costo de los daños ocasionados. Una pinturita.

Sin embargo, Javier Arostegui tenía registro. Estaba alcoholizado. Y si no fuera por el video que subió su acompañante, probablemente no habría pasado nada.

Esto es acción pos facto por parte del Estado. Sin ir más lejos, Jorge Pino Olmos, secretario municipal, cruzó con luz roja sobre la avenida J. B. Justo y se llevó puesto el auto que conducía Santiago Olivera. No lo mató, ni a su amiga, porque el destino así lo dispuso. Sigue siendo funcionario, y no le retiraron el carnet de conducir.

Perdón, mala mía: Pino Olmos no posee carnet de conducir.