Pasó enero. Mar del Plata no fue la sede del Torneo de Verano, que se jugó en La Plata y pudo jugarse en San Juan. No hay siquiera un debate al respecto, mucho menos un escándalo. Punto para la administración actual: han logrado acallar la polémica en torno a este tema en la ciudad.
Los que critican —como es el caso del edil del FdT, Vito Amalfitano—, están tan desprestigiados que carecen de impacto. El estadio Minella está en ruinas y las explicaciones —que no sobran—, aluden a la historia pero, también, a las responsabilidades del presente.
Ver el estadio Mari Kempes, en donde jugó y ganó La Scaloneta, da una clara sensación de que era un destino manifiesto llegar al estado ruinoso que tiene hoy el estadio mundialista de Mar del Plata. El fracaso del proyecto de cerramiento de la tribuna techada es hijo directo de la maliciosa influencia del vacunado VIP Florencio Aldrey Iglesias.
En 1993, siendo por entonces Jorge Bosco el presidente de la Liga Marplatense de Fútbol, se presentó una propuesta para techar el estadio con tecnología holandesa. Se trataba de una inversión privada que requería el manejo del estadio por diez años. Quien presentó el proyecto ante el Concejo Deliberante era el en ese momento concejal Blas Aurelio Primo Aprile.
Bastó una sola publicación en la tapa del diario de Iglesias con el título «¿Corrupción en el Concejo?» acompañado de una caricatura de Aprile para que éste, horas después, retire el proyecto. En la trastienda, Iglesias ofrecía la cobertura total a cambio de quedarse con el 15% del negocio. El proyecto, finalmente, fue retirado.
Lo que en ese momento muchos vieron como una muestra de poder, hoy lo que marca es que la corrupción, daña. No obstante, es crucial entender qué es lo que implica perder el Torneo de Verano. Para las actuales autoridades, no es algo relevante. Y, viendo el silencio generalizado sobre el tema, casi es para darles la razón.
Lo cierto es que los millones destinados a este estadio en manos del Estado revelan la incapacidad que éste tiene a la hora de administrar. Los escenarios deportivos construidos para los Juegos Panamericanos, no están mejor. Y la única razón por la cual no están clausurados, es porque la Municipalidad no se aplica a sí misma las reglas que le impone a los privados.
Hay vida sin el Torneo de Verano, eso está demostrado. Lo tremendo, es la desidia y la falta de apego a lo propio. En una ciudad alejada del fútbol —no me vengan con Aldosivi y Alvarado—, pero con un damero de clubes que trabajan mucho el deporte infantil haciendo una enorme tarea social, este torneo alimentaba las arcas de la Liga Marplatense y aseguraba un piso para que pudieran funcionar instituciones que, por sí solas, no pueden solventarse.
No es sólo un día y un partido, es mucho más que eso. Es darse una identidad, y defenderla. Un día, en 1984, en el Hermitage, le pregunté a Iglesias: «¿Cómo hizo para quedarse con La Capital?». La respuesta, es el todo:
«Y… con gente sin orgullo».