Espacio de silencio

Luego de jornadas intensas en las que la comunicación local giró fuertemente sobre situaciones de corrupción -y con Juan Carlos Belmonte aún en detención en la UP 44, fruto mal habido de una necesidad política y no del imperio de la ley-, la dirigencia local se toma un respiro para analizar sus próximas jugadas.

Es obvio que los tiempos se acortan y que la diáspora ya se inició. Años de aguardar la bendición de Gustavo Arnaldo Pulti para ser el siguiente candidato de AM llevaron finalmente a Marcelo Artime a aplicar al método característico de hacer un anuncio político por medio del diario de Florencio Aldrey Iglesias, al revelar que cerró una alianza con Adela Segarra para enfrentar a Carlos Cheppi en la interna del FPV. La decisión la ha tomado luego de que fracasara en su intento de ser candidato por el PRO de Mauricio Macri.
A tal punto habían avanzado las conversaciones con algún distraído de la fuerza metropolitana, que en reciente encuesta entre aquellos que fueron medidos para ver su potencial como candidatos estaba Artime, con un modesto 3,5% por ciento de conocimiento local. Esa misma encuesta reveló una preeminencia de Vilma Baragiola, muy por encima del resto, y sigue la misma línea que otras encuestas que ubican a Carlos Fernando Arroyo en un expectante segundo lugar en crecimiento en la población de General Pueyrredón.
Lo de Arroyo tiene dos características: deja claro que en Mar del Plata, si no hay una inserción comunitaria, un reconocimiento espontáneo, no hay ingeniería de campaña o presencia en medio alguno que por sí solo instale políticamente a nadie. La otra característica es la irritación que provoca en quienes forman parte de “la política” este resultado, en un actor que, en su opinión, no hace nada, ni siquiera concurre al Concejo Deliberante, y cuando va, se duerme en las sesiones. Así están las cosas.
Con estos resultados a la vista no es de extrañar el empeño que pone Pulti en colocar a Baragiola en medio de cuanta situación compleja se dé a nivel comunitario. Quedó patente en la atropellada que dieron en el Concejo Deliberante Eva María Moyano y un grupo numeroso de integrantes del gremio, al ir por una definición sí o sí en relación a una propiedad adquirida por éstos para la ampliación del hotel que poseen en Santa Fe entre Brown y Falucho. El chalet de marras está declarado de interés histórico, y provoca un escenario de disputa ya habitual en estos casos; hay un sector conservacionista que está enfrentado a estos cambios, reniega de la piqueta y busca la preservación patrimonial sin mayor éxito, hay que decirlo, pero con capacidad de impacto en los medios locales y, por ende, atribulando a los concejales.
En ese escenario, adquirir una propiedad que cuenta con la carga de “patrimonio histórico” debería implicar que hay un camino por recorrer que es ciertamente complejo. Así ocurre con esta propiedad, y no hay motivo para hablar a los gritos como lo hizo Eva Moyano, amenazando y dando aire a sus vándalos para que hicieran destrozos en el Concejo, obligando a varios concejales a huir, literalmente, por temor a ser golpeados.
Eva Moyano, como su sobrino Pablo, está convencida de que la violencia da derechos. Llegó al HCD con unas 40 personas. Pretendió ingresar a la Comisión de Obras con todos ellos; le explicaron que no se podía porque cuestiones de infraestructura no permiten más de 25, y le ofrecieron, o bien ingresar acompañada por 4 de aquellos que ella designara, o realizar la reunión  en el recinto del Concejo. Nada la satisfizo: quería gritar e insultar a Baragiola y a los concejales de la UCR. Demasiado necio y torpe, hasta para ella.