Los hechos ocurridos durante la visita del intendente Carlos Fernando Arroyo a la Escuela 205 son reveladores del estado político de las cosas a nivel local. Un intendente electo por la voluntad popular, director de escuela pública reconocido por más de treinta años en Mar del Plata, concurre personalmente a resolver un conflicto planteado por la dirección del establecimiento y se monta una acción confrontativa de acoso y derribo de proporciones monumentales.
Sirva el párrafo para ilustrar a tanto distraído secuenciador serial de disparates en la red (Facebook/Twitter). Arroyo no ingresó con la policía al establecimiento escolar. Tampoco ordenó una toma violenta del mismo, como les hacen decir a unos críos en un comunicado en el que hablan de una acción de amedrentamiento sobre los reclamos. Los alumnos de escuelas municipales Nahuel Salum, Ludmila Zamorano y Julieta Cientofante afirman que “ante la situación planteada por la directora con respecta a la falta de Internet, la respuesta fue una inspección intempestiva y revisar legajos de los estudiantes con apoyo de la policía local, algo que desde el inicio de la democracia no se ha visto, no sólo en Mar del Plata sino en ningún establecimiento educacional del país, que nos hace retrotraer a la época más oscura de la historia de nuestro nación”. Faltó decir que comandos especiales tomaron la escuela en una acción sorpresiva y redujeron con gases lacrimógenos a los presentes para luego interrogarlos con técnicas de Guantánamo.
De estos críos puedo decir “perdónalos Señor no saben lo que dicen”, ni idea de qué sentido tiene lo que han firmado. De otros actores, hay otras cuestiones que señalar. El caso más singular es el del concejal Mario Rodríguez, presidente del comité radical: el comunicado es propio de dirigentes opositores, no de integrantes de Cambiemos; algo que de tanto en tanto a Rodríguez se le chispotea, y se le da por creer que compite con otros opositores en dureza discursiva, a los codazos para salir en los medios de la mafia digital + La Capital.
Da risa que la curul Marina Santoro hable de violencia; justo ella, violenta entre las violentas. Si fuera fámulo, ya tendría denuncias por abuso de género. La conducta de la movilera de Canal 10 Clara Barrenechea, que se paró frente al móvil que transportaba al Intendente para dar lugar a la agresión que cayó sobre el lord mayor y quienes lo acompañaban, debería quedar registrada en los anales de las peores prácticas periodísticas, de esas reñidas con lo más elemental de la ética del oficio.
Para ser precisos: la presencia del intendente y demás autoridades del área educativa en la escuela no fue intempestiva, sí sorpresiva. Y la funcionaria policial que acompaña al intendente y hace a su seguridad, nunca ingresó a la escuela ni tuvo rol activo alguno, sólo de escolta. No hubo nada impropio o incorrecto en la presencia de las autoridades. Sobre oportunidad, motivos y resultado de la inspección hay un informe que se conocerá en días próximos, que debiera proveer -ojalá- de sentido común a tanta tilinguería y oportunismo político de la peor catadura cívica que se haya vivido en nuestra ciudad alguna vez.