En inicio fue una alarma, luego, un incendio que podría superar aquel que destruyó la original Tienda Los Gallegos hace 40 años. Hoy, es un drama para las familias que lo han perdido todo, con interrogantes sobre qué pasará con los seguros de lindero y posibles implicancias institucionales extremadamente graves.
Este tipo de incendios tenían un registro previo al que no se le prestó la atención debida: en octubre de 2016, el ex titular del EMVIAL, Pablo Simoni, indicaba: “vandalizaron el controlador de Belgrano y Catamarca, hace poco tuvimos el mismo inconveniente con el de Colón y Catamarca, luego, Independencia y Moreno, San Luis y Bolívar, La Rioja y Moreno también. Son 5 semáforos en los 4 meses que tengo en la tarea desde que asumí”
Nada fue suficiente para que se prestara la debida atención a esta serie de eventos dañosos que produjeron destrucciones por un valor de cincuenta mil pesos por equipo, sin contar horas hombre para reparación y puesta a punto del sistema. En este año, EDEA denunció diez hechos de ataques incendiarios. Pero parece que nada fue suficiente para llevar adelante una investigación eficiente.
Hay una sola buena noticia: no hay víctimas fatales. No implica que no haya víctimas, las víctimas están. Han sido despojadas de todo por un incendio provocado, según entiende la fiscalía, por Néstor Gustavo Arrativel, de 53 años, persona en situación de calle desde el año 2002. El por qué, para qué, o en nombre de qué ira o propósito Arrativel llevó su marcha incendiaria por la ciudad mientras era ignorado por todo el sistema público, es sólo una suma de interrogantes.
Está claro que había estado a derecho por un caso similar. Adujo entonces la defensa oficial que su salud mental estaba afectada. Por lo ocurrido, se advierte que lo dejaron seguir a su aire, provocando incendios, o intentando hacerlo. Es un hecho que la desidia campea en amplios segmentos de la administración de justicia y también en la administración municipal. ¿Por qué? Porque la habilitación de Torres & Liva data de 1940, y nunca fue reevaluada debidamente.
En Inspección General hay un expediente que quema con el calor de los fuegos de este destructivo incendio criminal. Los amplios depósitos, uno de los cuales es una ampliación posterior a la habilitación original, estaban siendo cuestionados en un expediente abierto por falta de aspersores, tema que ha sido la comidilla en este último tiempo entre quienes estaban en la posición de clausurar por falta de elementos debidos a Torres & Liva, aún oponiéndose a aquellos que apuntaban a priorizar el trabajo de la gente y la historia de la empresa.
Este expediente, que expone las falencias de los depósitos de Torres & Liva, debería ser puesto en custodia por la intendencia. El inspector de seguridad industrial Oscar Peralta llevó adelante una inspección al galpón que estaba sobre XX de Septiembre y lo clausuró. En octubre de este año, lo volvió a clausurar. Sin embargo, estaba en funcionamiento.
No es el incendio, es el fuego fatuo de la indiferencia instalada como actitud cultural en las responsabilidades del estado.