Gustavo Arnaldo Pulti ya no oculta que buscará ir por un tercer período de gobierno en la comuna de General Pueyrredón. Su decisión impacta en el FPV, que lo verá como un contendiente en la interna, enfrentando cuando menos a Carlos Cheppi, y aunque está en duda, potencialmente a Marcelo Artime, quien presume de una alianza con Adela Segarra, de directa llegada a Carlos Zannini.
Pulti se queja de su propia obra. Nunca dejó crecer el pasto debajo de sus pies. Acumula mediocres con pasión, siempre asustado de que alguien le haga sombra; tanto miedo tiene del brillo ajeno, que es el principal creador de los rumores que una y otra vez sacuden la manzana de las sombras con el posible retorno de su exitoso jefe de campaña, Daniel Víctor Katz Jora.
Pulti sabe que si no fuera por los errores cometidos por su predecesor en materia de acción política, jamás habría llegado a la Intendencia de Mar del Plata. DVKJ en un principio alimentó la idea de llevar por candidato a Gustavo “Tato” Serebrinsky, un tema que jamás blanqueó ante los suyos. Finalmente se decidió por Sergio Fares, un ignoto para el gran público, que no obstante hizo una gran elección. En esto de errar y facilitarle el camino a GAP, el no alcanzar un acuerdo político interno facilitó la candidatura de Vilma Baragiola, lo cual descentró el fiel de la balanza. El resultado fue que GAP fue elegido jefe comunal tras cosechar 104.468 votos, el 33,9 por ciento del total. Aventajó a Sergio Fares (25,39%), a Vilma Baragiola (15,18%) y a Carlos Balmaceda (10,65%). Si se excluye el voto a Balmaceda, la suma de votos Fares/Baragiola (40,57%) revela cómo la ciudad pudo haber tenido una historia muy diferente de la presente.
Pulti buscó estos años acumular dinero, y con el dinero corromper instituciones y medios. Nunca ignoró que su suerte está atada a los caprichos de Florencio Aldrey Iglesias, quien lo desprecia pero hace uso de la relación servil que el intendente le brinda. No le alcanza con el silencio de La Capital: ha corrompido (con gran alegría de los corrompidos) a los dos gremios que inciden en la vida pública de la comuna, los municipales y los empleados de OSSE, tal como ha quedado meridianamente expuesto en la última maniobra de apoderamiento de recursos públicos para fines no propios.
Lo que ha ocurrido en materia de medios es literalmente bizarro. Hay una cadena de corte y pegue de gacetillas que funciona como house organ de la comuna. Les pagan con fondos públicos descaradamente en partidas que salen de una unidad de cuenta denominada “Unidad Intendente”. Pulti es de copiarse: así como Florencio Aldrey paga emolumentos en negro -o directamente no los paga, según meritúe el comportamiento servil o más o menos servil del dependiente en cada mes de trabajo-, Pulti paga para que las gacetillas comunales se peguen y corten sin cambiar titulo o copete según se emiten desde Prensa de la comuna.
El espanto de GAP tiene nombre y apellido: Reinaldo José Cano, su más inquisitivo y calificado cuestionador, más la posibilidad de que en otra coyuntura política, se vea obligado a exhibir el nivel de desmadre de las cuentas públicas.
Hay que pensar qué escenario tendrá el futuro intendente: las cuentas públicas que se fueron al cuerno, los dos gremios cómplices y conniventes, y una estructura de empleo público desquiciada. No es un desafío, es casi una aventura de proporciones de pronóstico reservado. Para que el que le suceda no pague el precio de tanta vileza, deberá tener coraje, vocación de cambio y no deberá temblarle la mano para llevar a Pulti y sus funcionarios a la justicia penal. No es poco, en esta Mar del Plata azotada por mediocres temerosos que no dan el piné. ¿Habrá alguien que destaque y nos saque aquel mote de mediocres que nos clavó Mario Roberto Russak?