Napoleón, antes de ascender a general a un hombre en armas, le preguntaba de forma personal: «¿es usted un hombre con suerte?». Para el pequeño Corso, la suerte era un imponderable, al que se le debía prestar suma atención.
Guillermo Montenegro es, efectivamente, un hombre con suerte: si el incendio de la distribuidora mayorista Torres & Liva hubiera ocurrido de madrugada, el resultado hubiera sido atroz, sólo por citar uno de los muchos hechos ocurridos en la ciudad en el último tiempo.
Hay una desidia que se ha extendido mucho en el funcionamiento de la actual administración. Mucho cotillón, mucho marketing, pero poco apego a los detalles que hacen a una buena gestión. Bastó el paso de un meteoro para que el viento derribe el poste de un semáforo en Belgrano y Santa Fe, en pleno microcentro de la ciudad. Y el estado del arbolado urbano, requiere atención urgente.
El derrumbe acontecido en la calle Arenales entre Roca y Peña fue otra demostración de esta «suerte», o del destino: los restos cayeron sobre los techos de la vivienda lindera, dando de lleno en el comedor de la casa. Lo que podría haber sido una brutal desgracia terminó con los propietarios conmocionados, pero sin consecuencias físicas.
La respuesta, como siempre, es ir a por el otro. Como Estado está bueno usar el poder para obtener grandes títulos en la cadena de corte y pegue como «El Municipio demandará a la constructora y al arquitecto». Ni un nombre. Hay obras fuera de control por toda la ciudad.
Tal como señaló la curul Marina Santoro, los vecinos sostienen haber hecho denuncias por el estado de la obra y la preocupación que ésta les generaba. Están jugando con fuego, mal.
El buen humor que exponen las encuestas no se refleja en la diaria: es común escuchar que no hay gestión, que la ciudad está sucia, y una larga lista de etcéteras. No hay apego a esos detalles que son los que un día van a marcar la diferencia.
No se puede quedar bien con todos todo el tiempo. En el tema de los decks, ya hay un enfrentamiento abierto entre dos grupos con intereses comerciales en la ciudad: tanto los dichos del presidente de la Cámara Textil, Guillermo Fasano, como las manifestaciones del Colegio de Arquitectos, provocaron la respuesta de Juan Rodríguez, un primus interpares del rubro gastronómico. En dos tweets Rodríguez —socio y partícipe de algunos de los emprendimientos gastronómicos más importantes de la ciudad— expuso los incumplimientos de la Cámara Textil para gestar el mantenimiento de decks originarios del 2012, y caracterizó los dichos del Colegio de Arquitectos como propios de una máquina de mentir, acusándolos de emitir comentarios mal intencionados.
Lo que surge de todo esto, es que debería ser ya el momento de empezar a tomar decisiones basadas en la búsqueda del bien común, en vez de seguir diciéndole a cada uno lo que quiere escuchar.
La suerte, no es eterna. A cada quien, tarde o temprano, le llega su Waterloo.