Los hechos de inseguridad se dan a diario y, de tan cotidianos, ya pasan desapercibidos en la crónica periodística. La ciudad vive un estado de indefensión manifiesta.
Dos hechos marcan esta impronta y revelan la indiferencia del sistema: dos personas que son detenidas transportando un kilogramo de marihuana salen de la seccional 2da antes de que lo haga el testigo del procedimiento, y un almacén vaciado en Moreno y Salta, a 400 mts de la seccional 1ra, todo a vista de una sociedad que ya no sabe qué pregunta hacerse ante tanta desidia y falta de apego a su deber por parte de los funcionarios públicos.
El primer caso, revelado en la FM 99.9, lo aportó un taxista. M —así lo citaré— recibió un llamado y, al levantar a los pasajeros, se encontró con dos individuos que le generaron una fuerte sospecha. «Creí que me la iban a poner», señaló. Presa de dicha intranquilidad, decidió pulsar el botón de pánico, disparando una acción policial que llevó a la detención de estas dos personas, determinándose que transportaban un kilogramo de marihuana. M relató —estupefacto— que aún no había terminado de firmar las actas como testigo del procedimiento cuando ambos pasajeros fueron liberados por orden de la fiscalía. Textualmente le dijeron: «la fiscal dio orden de que se fueran». Si la información que los agentes le brindaron a M es correcta, la funcionaria en cuestión es Daniela Ledesma. O, quizás, estaba de turno Juan Tapia, y un kilo de marihuana es algo que puede ser considerado «para consumo recreativo».
El otro caso que cito, el del vaciamiento de un almacén ubicada en Moreno y Salta, ocurrió a metros de la seccional 1ra, en un área céntrica que está a la vista de las cámaras de seguridad. El relato de la damnificada habla, a las claras, de la nula coordinación de los esfuerzos en materia de seguridad: si bien el municipio sostiene que 30 vehículos con pedido de captura fueron identificados gracias al anillo digital y recuperados —anche, detenidos sus conductores—, en este caso la propietaria del local fue muy clara: «no me sentí contenida por los funcionarios actuantes».
El entuerto entre el intendente y los accionistas marplatenses por la decisión de cederle las instalaciones de la Escuela de Artes y Oficios Digitales al grupo UTOI, es baladí. No sólo se trata —como señala Horacio Taccone— de un retroceso, al cerrar un establecimiento educativo para darle espacio a este grupo, sino que, además, la incorporación de estos agentes no va a tener impacto alguno ante la inseguridad que se vive en la ciudad.
Hay un problema mayor, que no se agota en la cantidad de personal policial que hay en la calle o en cuántos patrulleros hay disponibles. El entuerto real, es qué se hace, y cómo se disponen los recursos. La seguridad pública en Mar del Plata está privatizada a vista y paciencia de todos.
Nunca pasa nada, hasta que pasa algo. Ignoro cuál será el disparador, pero es obvio que este estado de las cosas existe y no importa quién calle o quién sea cómplice: nada es para siempre, y el abandono en la crucial materia de seguridad, tendrá, tarde o temprano, consecuencias.