El primer contacto con “La Liga” fue en 1992. Una vecina de la ciudad se dirigió a Canal 10 —medio en el que desarrollaba un espacio periodístico que completaba mi trabajo radial— para hacerme conocer que le llevaban a remate su departamento de dos ambientes ubicado en la zona de la terminal de ómnibus (hoy Paseo Cultural Terminal Sur) por una deuda de expensas.
No hubo difusión que validara su ruego: un remate justo que le diera oportunidad de no quedar en la calle. La despojaron sin piedad y la dejaron sin techo. Murió como homeless. Nadie corrió a obtener la entrevista, nadie fue a verificar si el manejo y la manipulación que denunciaba era real.
La entente maliciosa conocida como “La Liga” es un modelo que no es original de Mar del Plata. Hay grupos en todos los departamentos judiciales del país, y se pasean bajo las barbas de un sistema judicial connivente. Sin esa connivencia del sistema judicial, y sin el apaño de los colegios de martilleros, nada de esto ocurriría. En la semana que inicia se dará a conocer un listado de 500 remates manipulados por la articulación de este grupo. La investigación realizada desde el CATI por un grupo que lidera Javier Pettigiani y procurada por el fiscal Alejandro Pellegrinelli por primera vez en la historia ponen en negro sobre blanco esta estructura de apoderamiento económico que sumió en la ruina a miles e hizo millonarios a unos pocos.
Miguel Ángel Donsini se hace la madre superiora distraída ante la plaga de embarazos en el convento. En diciembre de 2009, publicamos en la sección Malas Lenguas: “Una vez más nos llegan los estertores de la disputa de poder que hay en el Colegio de Martilleros de la ciudad. Si bien su presidente Miguel Donsini asegura que nada tiene que ver el Colegio con los grupos que se disputan propiedades llevadas a remate, y que hasta han colocado cámaras de vigilancia en la sede de la institución para mejor controlar, lo cierto es que hace una o dos semanas se trenzaron a golpes un joven de apellido Puga, hijo de Luis, y un señor Panizzo, algo entrado en años ya, físicamente disminuido. Panizzo fue abordado a golpes por lo que Puga padre consideraba una ‘traición’. La golpiza fue propinada en la vereda misma del Colegio, así que debería haber quedado registrada, en función de lo que nos informan. ¿Lo estará? Si es así, hacemos votos por que el recurso concurra a terminar con semejante escalada de violencia por los ladrillos y el poder”.
No fue lo único. El hijo de uno de los sindicados como “pope” del esquema conocido como “La Liga”, hoy también sometido al mismo proceso penal, fue atacado a tiros en la puerta de su casa. En la misma edición, publicábamos: “Finalmente, luego de ir y venir, parece que el ataque artero en contra de uno de los hijos de Roberto Larluz fue la consecuencia de un acuerdo en las sombras entre mano de obra desocupada de la barrabrava de Alvarado y Miguel Nicodemo, socio de José ‘Pepe’ del Cerro. Es que Nicodemo está obsesionado con sacarlo a Larluz del negocio, y jura que hará lo que haga falta para que la interferencia de este competidor se termine. En los corrillos se sostiene que la investigación del ataque a Larluz debería llevar a otros asuntos nunca aclarados: uno, la muerte en un accidente de un señor Capalbo, y la otra, de un ciudadano oriental, que murió carbonizado, como suele decir la crónica, ‘en extrañas circunstancias’”.
Hay mas actores en este juego de poder dinero y miseria humana. Las autoridades del Colegio de Martilleros no son meros actores inocentes que alquilan un salón. Según dice la propia página web del Colegio de Martilleros: “Antes de la subasta: Cada bien a subastar es anunciado y publicitado en la sección Edictos Judiciales de los diarios locales y en el Boletín Oficial. También el colegio departamental presenta diariamente una cartelera actualizada con el registro de todos los remates a realizarse en la Institución. Quienes deseen ingresar al Salón de Subastas deberán registrarse personalmente exhibiendo su documento de identidad”.
Nunca se dieron cuenta que los que adquirían siempre eran los mismos, nunca leyeron este medio (expresión irónica, por cierto) ni todo lo publicado en estos años. No hay excusa que valide pretender que, en términos personales y funcionales, las autoridades del Colegio de Martilleros no hayan sido participes necesarios de tanta actividad delictual.