La llegada de Jorge Bergoglio, ungido Francisco, al trono de San Pedro ha provocado una conmoción de proporciones globales cuyo impacto es aún difícil de definir. Se trata de un escenario nuevo que trae divisiones íntimas al justicialismo, que sigue reuniendo en su seno tanto a cristianos como a socialistas de cuño soviético/cubano.
Eso y no otra cosa es lo que ocurre en el paisaje político cuando litigan por los medios los Horacios, Verbitsky y González –este último titular de la Biblioteca Nacional- sobre Bergoglio y las descalificaciones referidas a su persona.
Aquí esa situación aún no se debate, cuando menos en la superficie, pero no tardará seguramente en aparecer.
Entre nosotros, los deméritos del día a día se nutren, se pulen, se agrandan. Inspirados quizá en este renovado espíritu de esperanza que impregna a los católicos y los no tanto, los habitualmente vocingleros “pultistas” están llamando a la 99.9 en esta oportunidad no para insultarme, como lo hacen habitualmente; muy por el contrario, los iracundos han sido reemplazados por una pléyade plañidera que pretende que reconozca los esfuerzos del intendente por la seguridad.
Debería romper en carcajadas. Pero en fin, debo simplemente citar lo que ocurre. Tomo dos casos relatados por dos vecinos en tanto víctimas de la inseguridad que los pultistas pretenden que diga que no es tal. Cuenta Silvia, vecina de Los Pinares: “Había escuchado de las famosas zonas liberadas por la policía, pero el pasado 17/3, a las 20:10 hs, pude comprobarlo. Llegando a mi domicilio del Barrio Los Pinares nos interceptan dos motocicletas con 4 individuos, quienes nos abordan a punta de pistola y se apropian de nuestro vehículo. Automáticamente se realiza la llamada al 911, para hacer la denuncia y solicitar con carácter de urgente un patrullero. Pasados 10 minutos, al ver que no llegaba la unidad solicitada, se realiza el segunda llamado reclamando la pronta asistencia; lo mismo volvió a suceder al minuto 20 y se repitió al minuto 30. Llegado, para nuestro consuelo, el patrullero, al observar que el policía no bajaba del auto con la velocidad que debería haberlo hecho, nos acercamos con mi marido, y se nos manifiesta que llegó de milagro porque se le terminó la nafta pocos metros atrás, por lo cual no podía ir a verificar un dato que nos otorgó un vecino que vio cómo los delincuentes ingresaban en el asentamiento de Strobel al 6500”.
O Roberto, del barrio Puerto: “Tengo un comercio en el puerto, en la zona comercial. A las 18:30 nos entraron a robar. El delincuente salió a la calle con el monitor de 17 pulgadas caminando como si nada, mientras los policías, que estaban en la esquina de Acha y 12 de Octubre en dos comercios muy conocidos, no intervinieron. Mi pregunta es: ¿cómo puedo saber si están en servicio o hacen adicionales, y si les corresponde intervenir o no?; ¿alguien controla que los policías en horas de servicio no hagan adicionales?”.
Entonces, repasemos: el 911no responde, los policías miran para otro lado. El presidente del foro de seguridad de la seccional 14, con jurisdicción en Sierra de los Padres y Colinas Verdes, señala que del 100% de las denuncias, sólo se esclarece un 8%, y el resto va a archivo.
Los llamados de los seguidores de Pulti que me reclaman que reconozca los progresos -por haber hallado dos desarmaderos y colocado 25 cámaras de seguridad en una ciudad que cuando menos requiere de 1.000 funcionando- no surtirán efecto, porque soy periodista, no fabulador. El concejal Mario Rodríguez le pone a esta situación un punto claro cuando señala: “Resulta indignante escuchar a los funcionarios decir que se necesita una mayor presencia policial en ciertos sectores, como si fueran meros espectadores o comentaristas de la realidad. Su función es modificar el actual estado de cosas: falta personal, faltan patrulleros, falta combustible, faltan las cámaras, pero, sobre todo, faltan ideas y compromiso. Cuando se produjo el último aumento de tasas, uno de los fundamentos que se dio es que se iban a aumentar los fondos para seguridad. Nada de eso ha ocurrido. Es hora de dejar de prometer y comenzar a realizar. Los bienes y la vida de las personas es lo que está en juego y, con mucha desazón y algo de bronca, a veces sentimos que están jugando con nosotros”. Y sí, y encima quieren que digamos que todo está bien, para poder irse a dormir con una sonrisa entre los labios.