No fue fruto de una refinada técnica de ADN, ni se trata de una nueva exposición en el museo Lorenzo Scaglia. Sucedió en Güemes y Alberti. Los parroquianos en el café de dicha esquina quedaron sorprendidos por un espectáculo que ni Tihany se habría atrevido traer a Mar del Plata.
Descendieron de dos vehículos tipo van unos 30 individuos, componiendo un espectáculo sorpresivo que incluía cámaras y fotógrafos. Iban liderados por el dirigente Rodolfo «Manino» Iriart, quien era asistido por el consorte José «Pepe» Albistur. Desplegaron así una acción —con extras incluidos— que buscaba exhibir a Victoria Tolosa Paz como un actor político de clase media.
No fue todo. Ya lejos de calle Güemes, hubo un acto político en el que participaron las actuales e ignotas autoridades del PJ lugareño, y que hasta incluyó un discurso de Juan Gariboto. Tremenda maratón de naftalina. Los hechos revelan que la fractura al interior de la coalición es definitiva y que la estrategia de buscar a heridos y abandonados parece ser lo único que se les ocurre para paliar, cuando menos, el caudal de votos en contra en noviembre.
La orden es ir por los votos de los distritos céntricos de la ciudad, en los que perdieron mal, muy mal. Es de pensar que la estrategia será la de mostrarse cercanos con una ficción de interacción en Güemes o junto a exdirigentes que han fracasado por 30 años en esta ciudad. El extravío es total.
En tanto, en Gesell, Fernanda Montoto Raverta, comandante de la derrota local, se cruzó a gritos con un vecino que, desde lo alto de un edificio, la increpaba fuertemente. La artificiosidad de su dulzura se demolió en una gritería en la que le exigía al demandante que se callara la boca. Un día antes, el gobernador anunció el reparto de 30 mil pesos por alumno para viajes de egresados, lo que sólo contribuye a agrandar el malestar, que ya de por sí, es inmenso.
Lejos de toda esa turbulencia, Diego Santilli se mostró junto a Muro y Montenegro en un café de la avenida Constitución y anunció que habrá debate el 20 de octubre. Ese día, sin embargo, la atención se desplazará al juzgado de Dolores cuando concurra Mauricio Macri a declarar en la estrafalaria causa que procura —con pasión militante— el impresentable juez Martín Bava.
La presencia de Axel Kicillof en Mar del Plata en un acto en el Museo Mar dejó un par de anécdotas. Una de ellas, es la fuerte presencia policial para acordonar un área de cinco cuadras. Cuesta recordar a dirigentes políticos tan alejados de la sociedad. Y no fue sólo por los grupos piqueteros que reportan al Polo Obrero o al Movimiento Teresa Rodríguez, que estuvieron un largo rato en el sector pero que partieron luego de pujar por un par de horas.
Quienes están a cargo de la seguridad se muestran agotados por la paranoia creciente del gobernador ante las aglomeraciones en los actos. No soporta el rechazo que recibe. Quiere a la gente lejos. Muy lejos. Y se puede decir que es ese su único logro.