El nuevo paradigma impuesto por la conducción nacional del Estado ha puesto en crisis a la sociedad toda. En particular, a los estamentos oligárquicos amancebados por el presupuesto público.
Luego de su fracaso político en Mar del Plata, las huestes diezmadas del Partido Socialista Popular (PSP) fugaron hacia una alianza local con Gustavo Arnaldo Pulti, para lo cual dieron exóticas explicaciones políticas que fueron sólo la tapadera de acuerdos en función de ambiciones personales.
Tras un nuevo fracaso, esta vez el de GAP, quedaron una vez más a la intemperie, e iniciaron la fuga hacia la UNMdP colocando allí al ex concejal y arquitecto Daniel Medina. Desde entonces, y sin rubor alguno, se aliaron con el PJ kirchnerista para hilar años y años de conducción de la alta casa de estudios, quedándose con el manejo del segundo presupuesto público de la ciudad.
Hoy, con Javier Gerardo Milei en la presidencia, y habiendo elegido el gobierno como propósito fundacional el ordenar la macroeconomía, la prórroga del presupuesto 2023 coloca a todo el Estado en la necesidad imperiosa de ordenar sus propios números y contribuir así al ordenamiento general de la economía del país, devastada por las políticas demagógicas y perversas del gobierno precedente.
Lejos de advertir cuáles son sus responsabilidades, y buscando mantener el statu quo, Lazzeretti se lanza a una campaña populista en nombre de la «educación pública grauita».
Lejos de la tilinguería Benegas Lynch, quien añora un mundo preindustrial en donde los padres disponen de sus hijos según su necesidad u antojo, no hay nada en el actual ordenamiento político que haga pensar en que la educación pública será colocada en el camino hacia la privatización.
Por el contrario, es el momento de romper los acuerdos espurios que se han tejido por décadas en el ámbito universitario y dar lugar a nuevos convenios de cara a la sociedad, explicando cómo y para qué se dispone del dinero público. Lazzaretti es un aparatchik: término acuñado por el soviet para designar a quienes siempre están en el Estado sin importar la circunstancias, sólo para mantenerse al calor del poder.
Son esas las estructuras que están en crisis. Un rasgo de inteligencia, es advertir cuándo la curva de acción se ha invertido. Todo lo que les sirvió para llegar hasta aquí, ha caducado. Como egresado de la Facultad de Ciencias Económicas, debería —según el expertise que se supone que posee—, liderar una conversión profunda del uso del dinero público del que disponen: no es poca cosa 46 millones de dólares.
La puesta en escena de la semana pasada, con los alumnos obligados a asistir a una —digamos— «clase pública» y amenazando con recortes, el cierre de carreras o llamando a la lucha por la «educación pública», no es el camino.
Eso es sólo populismo, que busca mantener el statu quo.