Montenegro: entre el adiós, y ponerle límites al «fascismo ambiental»

Nadie vio venir el fenomenal triunfo de Guillermo Montenegro en las elecciones por la intendencia de Mar del Plata. Hoy, tiene una instalación de «vivo»: cada logro del sector privado, es presentado como un logro de su gestión.

Con gran manejo mediático y social: estrecha manos y tiene presente los nombres de aquellos a quienes ha tratado en algún momento y lugar; en el mano a mano, es casi imbatible. Pero, en conciencia, sabe que la gestión es, de mediocre, para abajo.

Lo primero que me llegó fue un comentario: «Te digo: éramos unos pocos. Al intendente se lo veía relajado y cansado. Ahí, ante una pregunta sobre su segundo mandato, soltó que no se iba a presentar». Esto fue hace dos meses. Elegí esperar, me sonaba raro: las encuestas le dan bien, y la elección local de 2023 viene para estar aupada en la elección nacional.

Pero, poco después, me llega otra vez el mismo comentario, de parte de otra fuente distinta y alejada de la primera. Pero, estamos en Mar del Plata, una urbe extendida que aún funciona con cultura de pueblo. Si a eso se le suman las redes y algún que otro intercambio a través de WhatsApp, todo podía provenir de un mismo círculo.

Así que abordé una fuente indubitable, y la respuesta fue: «sí, Guillermo no está para repetir, no creo que busque la reelección». La contra pregunta obvia fue quién sería entonces el candidato. Nuevamente, la respuesta fue fuerte, y sorprendente: «una PASO entre el PRO y la UCR. Que surja de ahí, y que se fortalezca».

En este predicamento, el intendente debería, por caso, abordar un tema crucial que crece al amparo de sus propios funcionarios: el atrevido accionar de los fascistas ambientales del sur de General Pueyrredon, específicamente en el área de Chapadmalal.

Por allí campea Kanki Alonso, un personaje llegado desde el conurbano a Mar del Plata y dispuesto a liderar una oposición al capital privado y un desafío sistemático al ordenamiento de las Unidades Turísticas Fiscales (UTF), lanzado a derribar las concesiones de playas y a desarrollar músculo político a través de denuncias judiciales o presentaciones como las que interpuso para frenar la prospección petrolera.

La asociación civil con la que se presentó ante la justicia no tiene personería. No es legal ni está a derecho, pero se la admitió. Perdidoso, le concedieron además el bonus track de no tener que pagar las costas, como le corresponde al vencido. Algo hay.

Recientemente empujó un abrazo a la delegación municipal de Chapadmalal, a la que sólo fueron ocho personas. Hay una captura de pantalla circulando que revela contactos entre Kanki Alonso y funcionarios de la comuna, que son quienes le filtran información. Desde el EMTUR dicen «es difícil, tenemos gente dentro de la administración que juega este extraño partido».

Si va o no por la reelección Montenegro, es algo que ya se verá. Pero esta, es una de esas cuestiones que se deberían resolver ya.