La vicepresidenta Cristina Elisabeth Fernández aseguró, ante un auditorio de curas villeros, que está viva gracias a la protección de Dios y de la Virgen. El arrobo emocional de los presentes ante sus dichos, impacta fuertemente.
Se ve que estaban ocupados el Señor y la Virgen en sus menesteres, y no pudieron impedir que, en menos de 24 horas, en dos hechos distintos, tres personas fueran vilmente asesinadas en Mar del Plata.
La crueldad extrema de un poder psicopático está expresada tanto en estos hechos, como en los dichos de la vicepresidenta. Quiso el destino que ella viva, y quién sabe qué sería de nuestra vida hoy si no lo hubiera hecho.
Pero el destino no acompañó a Raúl Cordero, de 35 años, quien murió de cuatro balazos, ni a Corina Tapia y su padre, José Tapia, quienes murieron tras ser atacados a cuchilladas. Por el contrario, se convirtieron en nuevas páginas del horror en donde la ausencia de políticas antidrogas siguen haciendo estragos en la sociedad, con un saldo de víctimas en crescendo.
En el caso de Cordero, ocurrido en Colinas de Peralta Ramos, lo ejecutó Raúl Cufre, persona a la cual el padre del occiso califica como «el dealer del barrio» aseverando que «le vente droga a los pibes en los colegios». La crónica de forma sólo se refiere a él como una «persona con frondoso prontuario», léase: un criminal sobradamente conocido por el sistema policial y judicial.
Por otro lado, el caso del doble homicidio es un drama intrafamiliar en el cual está claro que el consumo de drogas permitido y facilitado por la anomia judicial provocó que Uriel Tapia Saín asesinara, en un brote psicótico, a su madre y a su abuelo, y dejara malherida a su abuela, quien está con pronóstico reservado en el HIGA.
El terrible suceso devela ciertamente lo que está aconteciendo con el consumo de drogas, algunas de ellas aún llamadas «blandas», como es el caso de la marihuana. La marihuana que se vende hoy en la calle está potenciada y modificada genéticamente, y es el factor que dispara estos episodios esquizofrénicos. Seguir hablando de «drogas recreativas» es ya un delirio.
Vale citar que en este departamento judicial un amparo impulsado por el presidente de la Sociedad Cannabica Marplatanse, Gabriel Alejandro Díaz, llevó al juez de garantías Martín Tapia a prohibir el accionar policial sobre los consumidores. Tapia estableció, en exceso del petitorio, un marco de cantidades para todo tipo de drogas, liberando así el consumo de facto.
Por un lado, un vendedor de drogas al menudeo, así citado por el padre de la víctima. Por el otro, un asesino enloquecido y furioso que atacó a su familia con tal saña que el arma blanca empleada se rompió por la fuerza de las puñaladas. La negación es criminal.
No hay imágenes de las tres víctimas. Lejos de la mirada de la sociedad, son noticia sólo por unas horas. El sistema no interna, porque hacerlo sería opresor de las libertades, y no contiene porque no hay política de salud mental. Sus actores sólo se cubren entre sí.
Se ve que Dios y María estaban ocupados. La sociedad de los hombres confundida ideológicamente no mira al cielo, y parece haber pedido la compasión.