El cierre de listas para las elecciones primarias, abiertas y obligatorias (PASO) ya fue dado: fue caótico, plagado de intrigas y contradicciones. Todo ello se advierte en todo el armado político, y tiene un notable reflejo en todas las listas. Radicales en variantes muy mezcladas se dan por seguro un banquete de votos a su favor frente a la lista que representa el armado político provincial del frente representado en las candidaturas de Alberto (a) “Albertito” Rodríguez y Gustavo Serebrinsky, bajo la idea de que “ningún radical va a votar a un socialista desconocido” y sí van a respaldar a Vilma (Baragiola) porque representa “una conducta”. En tanto, la lista de concejales de Acción Marplatense -que incluye a una militante de La Cámpora, Marina Santoro, considerada el máximo referente de esta agrupación política en Mar del Plata-, colgada de la lista provincial y nacional del FPV, constituye otra perla del armado de este momento, sin ideología y plagado de ambiciones personales.
Hay de todo, como en botica. ¿Quién hubiera imaginado, hace treinta años, que Fernando Arroyo (Zorro Uno) integraría su lista con José Reynaldo Cano, quien fue sucesivamente secretario de hacienda de Ángel Roig, candidato a intendente de la UCR perdidoso ante Mario Russak, retornado a la política de la mano de Gustavo Arnaldo Pulti, electo concejal, luego secretario de Hacienda, y más tarde cuestionador severo de GAP hasta finalizar mandato?
La botica arde en materiales innobles e inflamables. El FPV va con cuatro listas (cinco con AM): Daniel Rodríguez, Stella Casasola, Pablo Galarreta, y Carina Ponce; todos representan una voluntad de pertenecer al esquema que defina el espacio que hacia el 2015 puede abrir la opción de lidiar por la Intendencia. Pero ésta es sólo la vertiente peronista expresada en el “cristinismo”. La otra opción es la que lidera el defensor del Pueblo adjunto Cristian Azcona.
Aquí se pone interesante: Azcona señaló esta semana que Sergio Massa “representa la voluntad de consensuar”. Y puede ser. Eso sí: hay que tener en cuenta que el “armador” de Massa es Juan Garivoto. Curioso, cuando menos, ya que Garivoto expresa lo más viejo y rancio de la política lugareña. ¿Cómo, entonces, expresará lo nuevo? Hasta como chiste es malo. Muy malo.
Es tan malo, que esta semana, el ignoto Alvarito Fanproyen denunció que sectores de la política de siempre de hace treinta años no los quieren dejar participar. Señaló: “son sectores que representan a la vieja política, y como la gente no los quiere, ponen nombres, pero ellos lo manejan todo por atrás. Tienen miedo porque saben que les ganamos, hacen trampa y no respetan la democracia”. Esto es lo nuevo que ofrece Sergio Massa. Un escenario ya conocido y lamentable. Candidatos a dedo, presiones por doquier. Nadie queda a salvo.
Este sistema que pareció ser el mejor para integrar al ciudadano no politizado, no afiliado, y para romper con las estructuras partidarias, ha provocado que el esquema se consolide malamente. Un ejemplo es lo que ha ocurrido en el PRO. Dirigentes locales corridos por operaciones de prensa, cambios de último momento, cruces y traiciones que envolvieron a gente recién llegada a la política que estaba extraviada como argentino en la autopista Miami/Orlando sin GPS.
La alineación de Francisco de Narváez tiene en su entraña a José “Pepe” San Martín, ex delegado local del Ministerio de Trabajo, como candidato a senador provincial en segundo lugar de la lista, detrás de José “Pepe” Scioli. Extraña idea de renovación política, por cierto. ¿Nuevo?, ¿qué hay de nuevo?