Guillermo Montenegro: la suerte, no es eterna
Hace unos días participé en una reunión la cual —gastronomía de por medio— habilitó a una larga charla política en la que participó un invitado que juega en las grandes ligas nacionales. Un vecino comerciante presente soltó —con gran entusiasmo—: «Guillermo me gusta, porque va al frente y no se deja presionar por la mafia de los taxistas».