Columna de tapa / por José Luis Jacobo

De reclamos a gritos desesperados

Tal como hemos recordado en varias oportunidades, Guillermo Montenegro basó su candidatura a la intendencia para el período 2019-2023 en la promesa de ser él el garante de la seguridad en Mar del Plata. Claramente, se sobreestimó.

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Más debates inexplicables

Tal como viene ocurriendo cada vez que se anuncia algún cambio significativo en la ciudad, la polémica está servida. Y no es que esté mal que haya debate, el problema es que se mienta y vitupere sólo por el afán de oponerse.

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Besis para Bianco y Kicillof

Guillermo Montenegro está lanzado a una blitz política cuyo objetivo es alcanzar relevancia de cara al 2025 y en la cual pareciera tener alineados los planetas. Haría bien en recordar la máxima que se le atribuye a Napoleón: «nunca interrumpas a tu enemigo cuando se equivoca».

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Montenegro, Kicillof, y las obras que Mar del Plata necesita

Guillermo Montenegro ha decidido no irse de Mar del Plata sin dejar una huella. Bien por él. De hecho, todo ciudadano electo tiene deberes y obligaciones con quienes lo eligieron. E ir por la municipalización de Mogotes impacta directamente sobre su electorado, que anhela la recuperación de esos espacios públicos que hoy están en manos de la provincia.

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Carroñeros del dolor

La sociedad está lamiendo sus heridas: las del estropicio monetario, del saqueo de los recursos públicos efectuado por bandas organizadas de ladrones de guante blanco —o grises— que se apoderaron de los millones y millones que pertenecían a la sociedad. O a «el pueblo», esa masa amorfa que se moldea desde el discurso, pero a la que se ignora al momento de darle respuesta a sus necesidades más básicas.

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Las apuestas de Montenegro

Nadie va a reconocerlo públicamente, pero se está viviendo un lento pero sostenido cambio en la actividad económica, que pareciera indicar que el momento del despegue está por llegar. Quien sí parecer haberlo visto es ciertamente el intendente, quien aspira a irse de la ciudad habiendo dejado una marca. Montenegro juega sus cartas en mesas distintas, pero busca coronar en todas.

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