Columna de tapa, escrita por el periodista José Luis Jacobo
La muerte auto provocada por estupidez de Franco Maiorano de 18 años era un final anunciado que se suma a las que se han dado en el coleto de la anomia imperante, donde impera a sus anchas una cultura que no valora ni el bien común ni la responsabilidad, sino la búsqueda constante de una dosis más de adrenalina.
El debate por la construcción de un edificio a ubicarse entre Alem, Aristóbulo del Valle, Falucho y Gascón sigue dando tela para cortar. 800 vecinos han firmado pidiendo que el intendente revea la autorización. La mayoría, han sido engañados.
Guillermo Montenegro —encuestas en mano— decidió subirse al cabriolet de la Patrulla Municipal para ficcionar así una política de seguridad que le cubre, hasta un punto, las partes íntimas tanto a Kicillof como a su nada útil ministro de Seguridad.
El affaire de la jueza Makintach en la sobreexpuesta causa por la muerte de Maradona deja demasiado hilo para cortar. Verónica Di Tomasso, la otra integrante femenina del tribunal, soltó una reversión de una frase del astro frallecido al decir que «la Justicia no se mancha».
El juez Simón Isacch y una decisión que va a contramano de lo que la evolución natural de la ciudad está pidiendo prácticamente a gritos.
«Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía», dice Shakespeare en Hamlet. En Mar del Plata, dos hechos recientes revelan lo extendido que está el consumo de marihuana en la ciudad.
