Que quede claro: no tengo por qué callarme

Luego de publicadas las líneas en las que expuse la triste y compleja situación provocada por un delegado —elegido a dedo— del gremio gastronómico, y la falta de reacción del secretario general del mismo, Pablo Santín, una fauna variopinta salió a advertirme por los supuestos «riesgos» de dicha conducta.

Es muy curioso cómo rápidamente, en nuestra sociedad marplatense, alguien saca chapa de «poderoso». Santín es un individuo astuto y, a veces, la astucia puede confundirse con inteligencia.

Advertir que existía la posibilidad de quedarse con la conducción de una sección gremial que padecía una falta de liderazgo, fue astuto. También fue astucia lo que le permitió derrotar a quienes sólo habían destacado por su inmensa mediocridad, sostenida a través de la conducta de hacerle de correveidile al pope gastronómico Luis Barrionuevo. Obvio que, los años de amistad con Facundo Moyano le dieron, por frecuencia de trato, una visión de cómo actuar para hacerse del poder.

Ahora, inteligencia, sería trabajar para consolidar las fuentes de trabajo de sus representados, o advertir que el mundo atraviesa un cambio de era y que, poner delegados a dedo y cubrir abusadores, son muy malas decisiones. Para buscar ejemplos, no hace falta hacer mucha memoria: Luis Rubiales cayó del alto pedestal de la Asociación Española de Fútbol por un beso fuera de lugar a la jugadora Jennifer Hermoso. El mundo está cambiando.

Salir a buscar a quién acusar para mantener, a través del ejercicio del miedo, la omertá, es astucia. También lo es salir a recorrer los medios digitales y mostrarse con el casquito de obra exponiendo la nueva sede del gremio que se debe a los fondos que Wado de Pedro envía desde el Ministerio del Interior a la obra social controlada por Barrionuevo. Y recurrir sólo a la astucia, si bien da réditos por un tiempo, se puede complicar.

Por caso, cuando se juntan las puntas de cuestiones que lucen dispersas, como la tropa de choque de Santín que salió a presionar a varias cadenas de negocios que están en manos de diferentes franquiciados, lo que ocurrió poco después de una reunión en la que, un integrante del actual gobierno —ex funcionario del ex intendente Cospelito/Perogrullo— dijera «hay un problema de competitividad en Mar del Plata: se han habilitado demasiados comercios gastronómicos, y hay que regular la oferta».

Como es impensable que en nuestra ciudad surja una ordenanza con características similares a las normas que regulan la actividad, por ejemplo, en Barcelona,  ¿qué mejor que usar al sindicato para presionar a aquellos a quienes pretenden sacar del juego? No es casualidad que Adrián Alveolite y Pablo Santín se hayan expresado de igual modo sobre el evento que protagonizó Pablo Baldini: hay un nexo entre la postura del sindicalista, que apoya la candidatura de Raverta y forma parte de su campaña, y la participación de Pulti en el mismo armado.

Los mismos que, en su momento, destrozaron la oferta comercial de la calle Alem, están ahora, una vez más, detrás de esos mismos empresarios a los que buscaron destruir. La patota de Santín le dijo a boca de jarro a varios emprendedores, dadores de trabajo, que «si no te la podés bancar, cerrá y listo». No es el único dato en esta historia, hay más. Continuará…