El que diga que la pandemia de Covid-19 es solo un tema de salud pública está muy distraído o tiene el propósito, como el tero, de cantar lejos del nido. Desde la elección de la figura de Ramón Carrillo para ilustra la figura del nuevo billete de cinco mil pesos, hasta la definición de areas de cuarentena o el modo en que se determinan los sesgos de circulación, todo es política.
Aquí, en Mar del Plata, también. La sesión del Concejo Deliberante del pasado jueves dejó en claro que no hay situación sanitaria que evite que los actores del sistema intenten llevar agua para su molino.
Se dieron un combo de situaciones: la primera, el rechazo a las cuentas del ejercicio 2019. Increíble. Las determinaciones del Contador de Ley claramente hablan de un cierre de ejercicio positivo para el interés de la ciudad, que bien valdría la pena destacar. En su lugar, una coalición de intereses políticos se alineó para falsear ante el ciudadano lo que los hechos explican por sí solos.
En 2105, la comuna fue entregada en estado de devastación. Había mil millones de pesos de déficit, deudas a los proveedores por setecientos millones de pesos, y el uso indiscriminado del descubierto a tasas siderales en el Banco Provincia para pagar salarios. El cierre del ejercicio 2019 dejó una municipalidad con superávit de cuenta corriente, sin deudas proveedores, con una reducción del costo operativo general y recursos en plazo fijo, amén de reequipamiento general de las áreas críticas, como es el caso del EMVIAL.
Un interrogante válido es por qué si el gobierno de Montenegro es del mismo signo político que del que se fue (CFA), se da esta situación. Es que nada es lo mismo, aunque pueda parecerlo. Hay un interés concurrente entre Montenegro y Pulti que los lleva a actuar así.
En el caso del ex intendente oriundo de Dolores, repetir muchas veces la misma historia lo lleva a creer que todo se diluirá con el tiempo y que, en la memoria colectiva, su fracaso y deslealtad al vecino de a pie merecerán un manto de piedad.
En el caso del actual intendente —el hombre al que la comunidad de San Isidro rechazó— es para él necesario articular un esquema de poder que, desde su inicial debilidad, le habilite a creer que todo birlibirloque es posible si de construir un escenario que le coloque como el gran reconstructor de la vida pública de la ciudad se trata. Para ser claros: Montenegro está muy solo. Tiene menos poder que CFA y, en su línea sucesoria, ni siquiera hay un hombre de partido.
Como todo es política, claramente hay que decir que, por debajo de estas líneas de acuerdo entre el natural de Dolores y el despechado de San Isidro, hay una batalla que se libra en el ámbito de la pandemia, tirándose con los testeos de Covid-19 que por la noche son positivos y por la noche ya no. Es un misterio casi más de lo divino que de lo técnico-científico.
La línea de combate que implica la vida económica de la ciudad se lo va a llevar puesto a este intendente si no advierte que el universo que lo votó es al que él está llevando a la miseria. Los otros, los que votaron a Fernanda Montoto Raverta, están protegidos por la suma de ayudas que el Estado pone en los bolsillos de quienes son su núcleo de votos. Hay que recordar que sólo 9.172 votos separaron a la actual titular del ANSES de ser intendente de la ciudad.
No es un debate de salud pública: es un escenario de decisiones políticas.