La tasa de muertes por siniestralidad vial se dispara, un conteo de vidas que ya no están, y de otras que sobrevivirán —nadie sabe cómo— al trauma de la muerte de sus seres queridos. Las últimas semanas, han sido febriles: las rutas provinciales son el escenario, a diario, de choques frontales con trágicas consecuencias.
La ONG Familiares de Víctimas del Delito y Tránsito Mar del Plata, por medio de la palabra de Héctor Blassi, señaló en la FM 99.9: «sabemos que los reclamos por la ruta 88 vienen de hace un tiempo. Nuestra organización reclama por una obra integral que resuelva el abandono de la ruta». Agrega: «hace falta hacer reingeniería en esa ruta, no solo es iluminación: hay que poner urgente un puesto de control vial».
Uno de los aspectos brutales que impulsan la suba en la siniestralidad, es el consumo de alcohol: los conductores responsables de las colisiones presentan, habitualmente, un alto nivel de intoxicación. Y ni hablar que nadie controla el abuso de otras sustancias. Otro aspecto crítico, es el estado del parque automotor en la actualidad.
El envejecimiento del parque automotor argentino es un factor clave en esta crisis: un reciente informe de TN indicaba: «Si se considera el parque automotor en su totalidad, la edad promedio es de 13 años (el año pasado era de 12,1). Si se tiene en cuenta únicamente a la flota 2003-2022, la edad promedio baja a 8,1 años (el año pasado era de 7,9). Hay 10,8 de los 14,8 millones totales que se fabricaron de 2002 en adelante».
Otro factor decisivo es el estado de las cubiertas: en el transporte pesado, volvió el recapado como una opción muy elegida. En los particulares, la vida de las cubiertas se estira lo más posible. No hay oferta de cubiertas a precios accesibles, ya que las marcas nacionales —por la influencia de paros gremiales—, provocan anualmente cuellos de botella que terminan haciendo subir los valores aún más.
Un factor en común en todos los casos de la seguidilla de vehículos que cayeron al vacío en la zona de Playa Grande, es que las cubiertas ya no estaban en condiciones, y la falta de adherencia fue el factor decisivo en los accidentes, aún más que la velocidad de circulación.
Por otro lado, está el negocio de la VTV, el cual se extiende en el tiempo con concesiones vencías y que —la más de las veces— sirve para que, en las rutas provinciales, el control por parte de los funcionarios sea sólo otra cabina más de peaje.
Quienes investigan el siniestro vial ocurrido el 3 de julio pasado en la ruta 226 sospechan que se habría producido por la rotura de algún elemento del vehículo. Lo que es seguro es que, que de cuatro pasajeros, tres salieran despedidos al momento del impacto, habla claramente de que ninguno de ellos llevaba puesto el cinturón de seguridad.
Una mezcla de situaciones —la mayoría de ellas, derivadas de la crítica situación económica que atraviesa el país—: el atraso en la renovación del parque vehicular, la falta de mantenimiento de los rodados y la irresponsabilidad a la hora de desplazarse en las rutas contribuyen a esta pandemia social de tremendas proporciones.