La distancia entre la sociedad y la intendencia local se profundiza a diario. Sin dar la mínima respuesta a los vecinos a los que cada día se los agobia con más y más gabelas por servicios o captación de recursos con destino aplicado, Gustavo Arnaldo Pulti provoca a diario con anuncios que poca relación guardan con la naturaleza de la problemática marplatense.
El anuncio formalizado últimamente de que se dispondrán terrenos para la construcción de viviendas en General Pueyrredon -incluido el conocido como “canchita de los bomberos”- muestra hasta qué punto la razón jurídica y el respeto por la opinión ciudadana no están en la agenda de Pulti.
En esta semana, luego de obtener el aval legislativo de su propia tropa, con el voto unánime en contra del resto del arco político, Pulti denostó la crítica diciendo: “Estamos en un año electoral. La crítica es política”. Y sí, es política, pero no significa que deba ser ignorada. Política también es prestarle atención a lo que sucede.
Cuando la política está ausente, la que sufre es la sociedad. La gente se manifiesta a diario a través de las redes sociales y los medios de comunicación, con denuncias como la que sigue: “En relación a la inseguridad en el barrio Puerto, en el área de Discapacidad de la delegación municipal, en Pescadores y Magallanes, hay dos jóvenes que esperan a que salgan y lleguen a la esquina para robarles la cartera a todas las mujeres que pasan solas o acompañadas, caminando o cuando van a buscar el auto. Esto sucede a diario de 11 a 15 horas” (publicado en Facebook/N&Pradio).
Lo denunciado por Gustavo Pampillon no es menos preocupante: “Se comunica con una amiga en común (Virginia Sosa) el comisario Bravo, de la seccional primera, para que me acerque para hablar con él. Le dije que si tenía buena voluntad, detuviera a los mafiosos de la Tapadita, que justamente seguían en el centro. Lo hicieron. Lamentablemente presencié todo. Fui a la Primera con la denuncia que había realizado en la Departamental, y la fiscal Sánchez, de la UFI N° 8, dispuso la libertad porque era un delito económico. Pregunto: ¿y las amenazas?, ¿y los aprietes delante de mi hijo de 3 años? Tuve que soportar las matonerías de 7 tipos, y en 40 minutos ningún móvil se acercó a socorrerme, en pleno centro de Mar del Plata”.
No son relatos caprichosos, son hechos reales y cotidianos que afectan al vecino del común, lejos del relato oficial y fantasioso que expone a diario logros que no aparecen en ningún otro lugar más que en la imaginación de algunos delirantes y su réplica en algún medio trasnochado.
La llegada de un nuevo jefe departamental no parece destinada a cambiar nada. Eduardo Quintela asume una tarea que se parece a sentarse en una silla eléctrica para conducir un Fórmula 1. Está haciendo los deberes, atiende al foro de seguridad municipal, tiene una agenda de conversaciones “para interiorizarse” y ha anunciado que “humanizará a la policía”.
Todo muy lindo, pero…: no hay unidades operativas suficientes, el sistema no funciona de manera integrada; ante una situación de salud de un detenido en la seccional tercera, no lograron que llegara una ambulancia, por lo que debieron trasladarlo en un patrullero al HIGA y el sujeto murió antes de llegar al hospital. ¿Eso no es parte de la ausencia de una política de seguridad?
Otro tema que es parte de un mismo esquema de indiferencia absoluta ante la suerte del marplatense, es la situación de la pesca. El cartel de venta de la planta de Solimeno en Juan B. Justo al 1.100 debería ser suficiente advertencia para un intendente que no oye, no resuelve y no tiene interés por el vecino de su ciudad.