Situaciones

Estamos a tiro de piedra de la PASO que colocará la grilla de largada para la elección que impondrá las autoridades nacionales, provinciales y municipales para los cuatro próximos años. En Mar del Plata, el escenario plantea un desafío: que Gustavo Arnaldo Pulti no tenga un tercer periodo consecutivo.

El nivel de daño que Pulti ha provocado a esta comunidad está a la vista, y aun así, hay un porcentaje de marplatenses -se sostiene que alrededor del 28% del electorado- cuya idea es votarlo, o volver a votarlo, una decisión ciertamente incomprensible para quien esté con los ojos abiertos respecto de lo que ocurre a su alrededor, pero que de todos modos hace al juego democrátivo previsible y saludable. Quizá, como señalamos en alguna ocasión en tono de sorna con el concejal Reinaldo José Cano, el real objetivo de dichos votantes sea castigar a Pulti y su séquito anche compañeros de ruta del FPV, provocando que deban hacerse cargo, ellos y no otros, del desquicio que le han provocado a la ciudad.
En el artículo central de esta edición ponemos en foco la situación que deviene de la denuncia impulsada por el concejal Hernán Alcolea en referencia al uso de la tarjeta SUBE en el sistema de transporte público, denuncia presentada en completa soledad. Sus compañeros de bancada se corrieron de dicha acción: ni Lucas Fiorini, patético candidato a intendente por el FR, ni Cristian Azcona se notificaron de una acción que por su propia impronta merecía ser avalada políticamente.
La corrupción que estos años de Pulti han establecido en todo el espectro político es brutal. Cooptación de sociedades de fomento, incorporación de grupos forjados al calor de la crisis que exhiben su ideario “guevarista”  beneficiados por la toma de espacios públicos sin control alguno, haciendo de la comercialización de los mismos un negocio que compite con el comercio establecido; la contaminación de las organizaciones empresarias -el caso más escandaloso es el de la UCIP, donde dos de sus figuras más notorias tienen cargos y reciben dineros públicos en tanto el comercio se desangra entre impuestos y saqueos cotidianos-, son algunos botones de la muestra.
Claro que, como reiteradamente vengo señalando desde esta columna y en la 99.9, todo está regulado por la inescrupulosa campaña de cerrojo informativo que el intendente lidera, pagando con fondos públicos una red de medios que hacen del corte y pegue una rutina tan provechosa para ellos como mendaz para el contribuyente. Ya no se trata de Aldrey Iglesias y su híper devaluado multimedios; hoy hay nuevos actores en la comunicación, que repiten la lógica del multiemprendedor galaico y juegan el juego del poder a espaldas de la sociedad, la gente, el votante.
Esta alta traición a principios y reglas democráticas debería ser castigada en las urnas, pero… ¿resultará de ese modo?
En tiempo de cuestionamiento a las encuestas, dos sobresalen en el cotilleo de la política. Una lo da ganador a Carlos Fernando Arroyo por seis puntos sobre Vilma Baragiola, y la otra da una luz de nueve puntos a la edil radical por sobre el líder de la Agrupación Atlántica. Quizá será un final de bandera verde entre ambos.
Pero lo que definirá realmente el panorama hacia octubre es la conducta del perdedor de esta lid: si se cumple la palabra empeñada y al otro día todos trabajan juntos, el tiempo del oprobio anti democrático de la gestión Pulti habrá concluido. Y habrá alumbrado otro tiempo, el del desafío de desarmar la red de corrupción que Pulti ha construido sólidamente: la de una mafia local que mama de la teta del Estado y que no se va a rendir ni fácil ni dignamente.