En la editorial de esta edición de N&P hablamos del deterioro de la institucionalidad que implica que no se utilicen las instalaciones de la vieja terminal para la realización de la feria del libro en otro capítulo de la enfermiza relación de las autoridades de la ciudad con Florencio Aldrey Iglesias, el brigantino emprendedor. Pero eso no es todo: el hombre que más daño le ha hecho a la ciudad sigue con su saga malhadada de abuso de poder y daño.
El pasado viernes, di lugar a que se expresara en el aire de la 99.9 el empresario César Moraiz quien, por 26 años, fue inqulino de Iglesias en la Rambla Casino. Moraiz fue desalojado por una orden —sí, una orden— que le dio el propio Iglesias a la policía de la seccional Casino.
Moraiz describe en sus propias palabras estos hechos: «tengo un local en la esquina de la Rambla Casino. Se lo alquilaba a una empresa que se le venció el contrato supuestamente, pero sigue estando y alquilando. Me llamó Florencio Aldrey Iglesias que ya tenía el contrato nuevo y le traiga el dinero. Siempre le pagué a Aldrey, por eso fui, le pagué, y cuando lo termino de hacer eso me dice que el gobernador le pidió el local. Le dije que me llame el gobernador porque estoy hace 26 años ahí. Seguí explotándolo».
Léase: fue, pagó, firmó, y a renglón seguido le dijeron que debía desalojarlo. No fue todo. La secuencia es peor aún. Señala Moraiz: «lo del contrato fue el 8 de julio y el 4 de agosto me llamó el hombre que cuida el local de noche diciendo que le estaba robando un grupo de gente encapuchado y armado, que lo revolearon para la esquina. Le dije que llamaba al 911, lo hice y volví a hablar con él. Me dijo que había policías de la Comisaría Casino y que el 911 llegó, pero igual seguían levantando las cosas del local. Estaba Gallardo del Hotel Provincial y Gastón Villegas. Lo que me decían es que era una orden de desalojo del Hotel Provincial y de Florencio Aldrey Iglesias».
Hay un capitulo más insólito aún: al comunicarse con el 911, la respuesta del dispatch fue: «la orden la dieron del Hotel Provincial». Ergo, la trama involucra a diversos actores de la policía local y —obvio— detrás de todo esto está la figura del jefe departamental, José Luis Segovia.
No termina ahí, continua Moraiz: «me pasaron con el Jefe de Calle que no quería atenderme y me dijo que era una orden del Hotel Provincial. Le pregunté si me estaba cargando porque es una empresa, no puede dar esas órdenes. Me desalojaron todo el local. Al otro día llamé a mi tía que es abogada porque se habían llevado todo 20 personas en camiones, tenía un montón de cosas y todo mientras la policía y el 911 miraba. Me presenté en la comisaría al otro día, me encontré con el gerente del Hotel, Gastón Villegas, y nos agarramos a empujones porque es la segunda vez que me lo hacen. El año pasado lo había intentando, en ese momento la fiscalía 12 me había dado a mí la posesión, pero Aldrey pasó por encima de todo eso».
La policía está disciplinada convenientemente, de hecho, hace no demasiados días, un retén que está rutinariamente ubicado sobre calle Buenos Aires entre Moreno y Bolívar detuvo a un vehículo. ¿Quién iba adentro? Aldrey. Les gritó como poseso a los policías que si no sabían a quién estaban deteniendo. ¿El final? Segovia desplazó a la funcionaria que estaba a cargo de la Seccional Casino.
Cándidamente, Moraiz se dirigió a diversos medios de la ciudad que —como es de (cobarde) estilo— le dieron la espalda hasta que, finalmente, llegó a tocar la puerta —es un decir— de este medio, lo que permitió que su historia se haga pública. Los delitos cometidos, son gravísimos porque no sólo involucran a todos los partícipes civiles, sino también hasta al último uniformado que participó de esta acción claramente ilegal. La palabra «vergonzoso» se queda muy, muy pequeña.
Ya son varias las décadas perdidas por este sujeto, malicioso y pérfido. Es como dice un empresario que combatió a Iglesias por años: «la culpa no es del gallego, somos nosotros los cobardes que se lo permitimos».
A confesión de partes…